Aina Calvo ha cumplido su primer año como alcaldesa de Palma, cargo que desde hacía dieciséis años no estaba en manos de la izquierda. Del cambio político que propiciaron los resultados del 27-M, el de Cort fue uno de los más espectaculares, aunque para desbancar al Partido Popular "Catalina Cirer se quedó a sólo un concejal de revalidar la mayoría absoluta" fue necesario agrupar los votos de todas las formaciones de centro-izquierda (PSOE, Bloc y Unió Mallorquina).
Un año no es un plazo suficiente para evaluar la labor de un equipo de gobierno, pero sí permite intuir la orientación que se quiere imprimir a la gestión. Con esta premisa, los primeros doce meses de Aina Calvo en el Ajuntament de Palma se han limitado a esbozar los proyectos que se quiere materializar en el transcurso de la legislatura, en especial en el área de Urbanismo, y poco más. En el haber de la alcaldesa está el empuje municipal a todo el proyecto de la Façana Marítima, el resto son "en términos globales" meros anuncios.
Uno de los aspectos pendientes de Calvo como alcaldesa se centra en las manifiestas dificultades que tiene para conformar un auténtico equipo multicolor en Cort, las desavenencias con algunos de sus más directos y próximos colaboradores "Eberhard Grosske y Miquel Nadal" muestran las dificultades reales para lograr amplios consensos respecto a los temas más urgentes y trascendentes de la ciudad. En este sentido no son pocas las denuncias de una excesiva compartimentación respecto a las diferentes áreas de gestión en el Ajuntament.
Con todo, a Aina Calvo todavía le quedan tres años para cumplir su mandato como alcaldesa de Palma, tiempo suficiente para convertir en realidad los compromisos políticos adquiridos con los ciudadanos, que son los que, al fin y a la postre, la evaluarán.
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