No tiene tiempo que perder Zapatero si quiere coger el toro por los cuernos en esta nueva legislatura que arrancará oficialmente el próximo lunes, porque los problemas graves siguen estando ahí y requieren la máxima atención del Gobierno en ciernes. Encabezada por la desaceleración económica y el terrorismo, la lista de asuntos pendientes que le esperan sobre la mesa al presidente es larga y complicada. Pese a ello, prácticamente ningún partido político ha garantizado su apoyo al líder socialista en el debate de investidura que comienza hoy. Sólo Coalición Canaria y el BNG gallego han asegurado que no descartan votar a favor de un Zapatero que necesita siete votos además de los del partido socialista para ser investido presidente del Gobierno en primera vuelta.

Pese a todo, no parece preocuparle demasiado al PSOE esta tesitura, pues ya ha anunciado que da por hecho que saldrá elegido en segunda vuelta, el viernes, cuando únicamente precisará de una mayoría simple (le bastarán sus 169 escaños) para alzarse con el sillón en La Moncloa.

Resulta lógica esta actitud si tenemos en cuenta la configuración del próximo Congreso de los Diputados. Pactar con los nacionalistas es complicado, porque aliarse con CiU pone en apuros al presidente socialista de la Generalitat, y hacerlo con el PNV podría tener consecuencias nefastas para la imagen de Zapatero a sabiendas de la convocatoria de referéndum de autodeterminación que mantiene en pie Ibarretxe. Por otra parte, Izquierda Unida ya no tiene peso específico en el Congreso (se abstendrá) y Esquerra Republicana va siempre acompañada de mala prensa por parte de los más centristas del partido socialista.

Así que, salvo sorpresas de última hora, la toma de posesión se aplazará hasta el viernes.