Las autoridades económicas de Estados Unidos y de la Unión Europea ya se están planteando la adopción de medidas que palien los efectos de la recesión que viven los mercados, aun cuando expertos como el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, se muestran remisos a utilizar términos contundentes como crisis o recesión en el momento de calificar el momento actual de la economía occidental.
Mientras que ya existe un amplio consenso respecto a considerar como finalizado un período de expansión extraordinario, los analistas también plantean que no existen causas objetivas que justifiquen la actual fase de inestabilidad en los mercados. Hay elementos que confirman la necesidad de incrementar las dosis de prudencia en uno y otro lado del Atlántico -riegos altos en la concesión de créditos, subida del precio del crudo, volatilidad bursátil...-, pero nada indica que se avecine un desplome económico.
Tampoco faltan quienes ven en la coyuntura actual elementos beneficiosos a corto y medio plazo. Una limpieza del mercado -los más débiles son los primeros en caer- acabará dejando los proyectos más sólidos y con mejores perspectivas de futuro, empresas que no pueden soportar unos pocos meses de recesión no deberían haber encontrado nunca acomodo.
Las proyecciones de los expertos vaticinan para las próximas semanas medidas destinadas a dar confianza a los inversores, el Banco Central Europeo estudia una rebaja de los tipos y en los Estados Unidos se especula con la toma de decisiones que levanten el ánimo del motor mundial de la economía. Lo deseable es que los efectos lleguen cuanto antes para no seguir castigando a las familias.
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