La presidenta de Unió Mallorquina, Maria Antònia Munar, no desaprovechó su intervención en la cena conmemorativa de los veinticinco años de la fundación del partido para volver a fijar los principios ideológicos de la formación, basados en el nacionalismo y el liberalismo.

La principal característica de Unió Mallorquina ha sido, durante estos cinco lustros, el mantener su centro de decisión en sus propias estructuras, ajenas a los intereses de las grandes formaciones de ámbito estatal, como el PP y el PSOE, con las que siempre ha tenido relaciones tensas. Es, precisamente, esta independencia de UM -no estar sujeto a las órdenes de Madrid- la que le ha generado no pocos problemas a los que, de manera acertada, aludía Munar en su discurso. Esta posición de UM le ha permitido establecer su propio orden de prioridades sobre el mapa político de Mallorca y Balears, siempre desde una posición de privilegio. Cuestiones como la protección del territorio, la defensa del catalán, la preservación de las tradiciones y costumbres propias de Mallorca... han sido una constante en UM, tanto en sus relaciones con los otros partidos, en su gestión institucional o en su relación social, y, al mismo tiempo, origen de algunos puntos de fricción. Unió Mallorquina es un partido molesto para ciertas estructuras de poder. No son pocos los que han intentado eliminarlo con maniobras políticas, acciones judiciales o acosos mediáticos. La multitudinaria cena de su 25 aniversario es la mejor prueba de que no lo han conseguido.

Ahora, Unió Mallorquina está dispuesta a iniciar una nueva estrategia, centrada en ampliar su base de representación ideológica en Menorca y las Pitiüses, a través de pactos con partidos afines. Es un salto cualitativo del que habrá que esperar al próximo congreso para conocer los detalles. No será fácil pero es la mejor solución para garantizar su futuro e intentar acrecentar su peso específico en la vida política balear.