El próximo martes dará comienzo, con la intervención del president Antich, del primer debate sobre Política General de la Comunitat Autònoma de la presente legislatura, una oportunidad única para conocer, de viva voz, el análisis que sobre la situación real de Balears hacen los diferentes grupos políticos con representación en el Parlament.

En la presente edición del debate cabe desear que éste no acabe contaminado por polémicas o cuestiones ajenas a la política balear, aunque la proximidad de las elecciones generales del mes de marzo es fácil que acaben marcando el tono y los temas que se quieran plantear en el hemiciclo.

La sociedad balear se enfrenta a un período de incertidumbres en el terreno económico y de retos en el terreno social. Cuestiones como el paro, la vivienda o la inmigración forman parte de las conversaciones cotidianas de los ciudadanos de Balears y es legítimo que esperen de sus responsables políticos propuestas y soluciones, más cuando el inicio del cuatrienio invita a exponer planes a medio plazo.

Un elemento que cabe esperar que no acabe distorsionando el debate de Política General es el continuo revisionismo de la tarea realizada por el anterior Govern conservador, al margen de inevitables referencias a clamorosos errores como el del metro; los ciudadanos necesitan y merecen conocer el análisis de la actualidad y las propuestas de futuro. En esta tarea es fundamental el papel de la oposición, que reside en exclusiva en el Partido Popular, una formación de la que cabe esperar criterios propios y autónomos en una cita como la de esta semana en el Parlament. Sería un error que después del debate más importante del año, los ciudadanos diesen la espalda, por inoperantes, a nuestros políticos. Habrá que confiar en su acierto.