a salida del túnel de Sóller ha sido, en esta ocasión, el punto de la red de carreteras de Balears donde un motorista ha quedado trágicamente herido por el guardarraíl; uno más. La estadística de muertes y secuelas irreversibles provocadas por estos artilugios es ya demasiado amplia para que los responsables del mantenimiento y conservación de las vías de circulación no adopten, con la máxima urgencia, las medidas destinadas a corregir un diseño que se ha demostrado ineficaz y peligroso.
El colectivo de motoristas de las Islas se muestra incansable en su tarea de concienciación respecto a los peligros que entrañan los guardarraíles, los cuales se convierten en cuchillas cuando el cuerpo impacta con ellos, agravando, en la mayoría de los casos, las consecuencias del accidente. Es, por tanto, imprescindible acelerar, priorizar al máximo, la instalación de los nuevos elementos que minimizan el impacto e impiden que el cuerpo del motorista -el elemento más débil de la colisión- quede mutilado o seccionado en cualquier recodo de la carretera.
Es cierto que, de un modo muy tímido, los consells insulares -instituciones responsables de su respectiva red viaria- han iniciado la colocación de los dispositivos que se reclaman, pero resulta evidente que es preciso dar un mayor impulso -como se está haciendo con las barreras de separación de calzadas en las autovías y autopistas- a los trabajos. Los últimos datos revelan la urgencia con la que hay que acometer la adecuación de nuestras carreteras a los estándares europeos de seguridad, todo un reto para los responsables de la Administración en el que no valen excusas o dilaciones injustificadas. Circular por cualquiera de nuestras carreteras no tiene que convertise en un ejercicio de temeridad.
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