La entrevista del presidente del Gobierno central, José Luis Rodríguez Zapatero, con su homólogo balear, Francesc Antich, ha logrado desbloquear los principales proyectos de la presente legislatura gracias al compromiso plasmado en el nuevo Estatut.

A partir del próximo año, según le anunció Zapatero a Antich -el presidente español guardó un inusual silencio informativo durante su estancia en Baleares-, comenzará a llegar el dinero de Madrid para ejecutar las inversiones relativas a la mejora y ampliación de la red viaria y de ferrocarriles, las residencias sociosanitarias, ... todo ello fruto de una conversación entre ambos presidentes de apenas treinta minutos en la base aérea de Son Sant Joan.

Resulta lógica la satisfacción del Govern con el resultado de la entrevista mantenida con el presidente Zapatero. La coincidencia de color político entre Baleares y Madrid puede, por fin, dar los frutos esperados. Sin embargo, de las consecuencias de la entrevista entre ambos mandatarios no son pocos los que se muestran un tanto escépticos; incluso en las filas de la izquierda.

Las hemerotecas de las últimas décadas reflejan el cúmulo de promesas incumplidas, de anuncios olvidados, de agravios no compensados a Baleares. Palabras, buenas palabras, que apenas han llegado a materializarse en realidades y eso, no lo olvidemos, ha ocurrido en demasiadas ocasiones.

Ahora, tras el encuentro entre Zapatero y Antich, da la impresión que se quiere modificar la dinámica mantenida hasta ahora; una actitud en la que -también se tiene que reconocer- el Partido Popular también ha tenido su papel protagonista en el momento de la redacción del Estatut. Esperemos que esta vez no se decepcione a los ciudadanos de Balears , que quieren hechos y no más palabras.