Balears y Canarias son los destinos más solicitados por los extranjeros como destinos de... turismo rural. Aunque el dato puede sorprender, viene a demostrar que para el viajero del norte el clima cálido es garantía de bienestar. Es lo que buscan. Pero no sólo eso, puesto que el dato apunta el interés que siente cierto sector del turismo por el paisaje, la naturaleza y el campo. Son ingredientes que no entraban en el cóctel que Balears -y Canarias- suele ofertar a sus visitantes. Pero ahí están las estadísticas y vienen a darnos un toque de atención, porque de seguir al ritmo que estamos acostumbrados el crecimiento urbano de las Islas pronto ya no habrá campo para disfrutar ni para «vender» como destino turístico. Y ¡ojo! el cliente que solicita turismo rural suele tener un elevado poder adquisitivo, es tranquilo y culto y no genera los problemas que arrastra el turismo más «de alpargata», que gasta poco, ensucia mucho, es ruidoso y monta broncas.

Así que a las Islas le interesa cultivar este sector, que bien pudiera darnos la espalda si no encuentra aquí lo que busca para encontrarlo en destinos que ahora mismo son competencia en este sentido, como la Toscana, Córcega, Cerdeña, Sicilia... tan mediterráneas como nosotros pero mucho más «puras».

España tiene hoy 11.000 alojamientos rurales, de los que sólo el 1'3 por ciento están en Balears. Está claro que no es un producto por el que se apueste decididamente. En cuestiones turísticas, las modas cambian, el mundo gira a gran velocidad y empresarios y autoridades no pueden perder pie. Si el turista demanda este tipo de servicios, hay que dárselo y hacerlo al máximo nivel. Y, de paso, proteger el entorno que estos alojamientos pueden «ofertar», y promover actividades a propósito para este tipo de turista, desde el cicloturismo a la equitación, pasando por la gastronomía.