La Conferencia de Presidentes Autonómicos celebrada ayer dejó al orden del día, centrado en la inmigración, el agua y la investigación y desarrollo, en temas casi anecdóticos. El protagonismo lo tuvo, un día más, las marcadas desavenencias entre los partidos y la confusión generada por el Ejecutivo en torno a qué política va a seguir en materia antiterrorista.

La conferencia dejó patente que los ánimos están muy caldeados; tanto, que los presidentes centraron una parte de su discurso en criticar un fallo inoportuno e imperdonable de Rodríguez Zapatero al calificar de «trágico accidente» el brutal atentado de la T4, comentario que no estuvo a la altura de las circunstancias y que agudizó la tormenta política iniciada el pasado 30 de diciembre. No hay que olvidar que el presidente es reincidente en estos deslices lingüísticos, ya que el pasado 29 de diciembre utilizó también de forma errónea sus palabras al referirse a los atentados etarras como «trágicos accidentes mortales».

El «lapsus» de ayer, tildado así por los socialistas, llegó en un momento especialmente crítico y justo después de que Zapatero rechazara una propuesta elaborada por los presidentes 'populares' para introducir la política antiterrorista en la agenda del encuentro, petición que fue rechazada al no encontrarse en el orden del día (una respuesta poco acertada por parte del presidente) y ante la próxima comparecencia de Zapatero el lunes en el Congreso.

A todo ello hay que añadir el ir y venir de la manifestación de mañana en Bilbao, también con las palabras como eje central de la crisis. Tras la decisión de Batasuna de participar en la marcha, el PNV ha optado por cambiar el lema e incluir explícitamente, junto a la paz y el diálogo, que ETA deje la violencia. El discurso, como el de Zapatero, cambia radicalmente.