El pasado viernes por la tarde dos periodistas de esta casa, un redactor y una fotógrafa, fueron identificados, amedrentados y trasladados a la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de Eivissa en un coche patrulla, a toda velocidad y con el rotatorio en marcha. La causa era esperar en el exterior del edificio de juzgados para hacer una foto del sospechoso de haber atracado y apaleado brutalmente a la dependienta de un comercio de ropa de niños de Eivissa. La retención, se mire como se mire, resulta deleznable, incomprensible y muy, muy preocupante, además de ser absolutamente innecesaria y banal. Que a estas alturas de la democracia funcionarios del Ministerio del Interior, que deben cumplir y hacer cumplir la ley, tras identificar mediante el DNI a los dos profesionales de la información, se permitan retirarles sus teléfonos móviles y encerrarlos en la parte trasera del vehículo policial para llevarles a Comisaría, impidiendo de esta manera el ejercicio de su profesión, puede suponer no sólo un ataque al derecho a la información, un derecho fundamental que ellos tienen precisamente el deber de salvaguardar, sino también una posible detención ilegal que puede acarrear consecuencias muy graves para estos agentes. Este diario, tras estudiar la situación, respalda plenamente a sus periodistas y está recogiendo información para la interposición de una denuncia en el juzgado de guardia por una posible detención ilegal y por la vulneración del derecho fundamental a informar de manera veraz, eso que, a algunos se les olvida, permite que una sociedad se sienta cohesionada y segura, porque sabe qué ocurre en su seno y conoce las reglas del juego. De momento, desde Comisaría no se ha dado una respuesta satisfactoria a este suceso que flaco favor hace al cuerpo y a aquellos agentes que de verdad tienen un espíritu de servicio y sacrificio, y hace pensar que aquellos que quieren que el Cuerpo Nacional de Policía esté también en Sant Antoni quizás se equivocan si al final la que allí se levante funciona como la de Eivissa.