La temporada turística llega a su fin y por lo tanto es el momento de realizar el balance con las cifras en la mano. Los números serán los que digan realmente si la temporada ha sido buena para el hotelero, el comerciante o el hostelero; nos dirán también si han venido más o menos turistas, si hay países emisores que han mejorado o empeorado; y también nos dirán los pasajeros de barcos o aviones que han llegado esta temporada a las islas. Pero con los números también llegan las dobles lecturas, principalmente impulsadas por los partidos políticos o los sectores implicados que tratan de llevar a su terreno los datos para favorecer sus intereses.

Normalmente, son los políticos, en las ocasiones que se mueven por intereses partidistas, los que más daño hacen a las cifras a base de interpretaciones surrealistas que van contracorriente con el único objetivo de dinamitar la política turística de su contrincante. Tampoco faltan las divergencias en las cifras de ocupación, algo en lo que siempre se está discrepando y que resulta muy llamativo, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de oferta ilegal, y que en muchos lugares es casi mayor que la legal (el ejemplo de Formentera). Luego llegará el ingreso por turista, que según los expertos será lo que marque realmente si la temporada ha sido mejor o peor. Algunos dirán que es mejor que vengan menos turistas y que gasten más, y otros replicarán que es mejor llenar los hoteles aunque sea con ofertas del todo incluido. La presión del touroperador para el hotelero es muy fuerte y por eso muchas veces es mejor no sabe o disimular un mal resultado.

Pero habrá pocos, muy pocos, que realmente hagan una lectura real y crítica de la situación y casi nadie dirá que la reconversión hotelera no es cosa de dos o tres sino de una gran mayoría o de que tenemos los precios más altos del Mediterráneo y que aquí todos miran por su interés particular y ninguno por el colectivo, y que el transporte público no existe, y...