La presencia rusa en el concierto internacional ha disminuido de forma considerable en los últimos años. Problemas internos, terrorismo y tensiones en las repúblicas que conformaron la antigua Unión Soviética han significado que la voz de Rusia se deje oír poco en los foros que tratan las cuestiones internacionales. Es por ello que ha llamado ahora la atención, tras la visita de la asesora de seguridad de Estados Unidos, Condoleezza Rice, esa propuesta en orden a convocar una conferencia internacional para debatir la situación en Irak. Propuesta acerca de la que no se ha pronunciado aún la Administración norteamericana, si bien ha hecho saber que la considerará con toda la atención que el asunto exige. Si de lo que se trata es de que Irak recupere la estabilidad perdida y de que cese la violencia, cualquier sugerencia debe ser bien recibida. Desde Moscú, Condoleezza Rice ha reconocido que Rusia y Estados Unidos tienen ideas comunes sobre cómo avanzar en lo concerniente a la resolución de la cuestión iraquí. Pero lamentablemente ello no supone por el momento más que una florida expresión diplomática. Los rusos son reacios a formar en las filas de una tropa multinacional encargada de la pacificación en Irak. Eso es algo que quedó claro desde el principio. No obstante también es cierto que la intervención rusa en cualquier negociación que siguiera a una conferencia internacional podría resultar muy efectiva, admitida la tradicional presencia e influencia que Rusia mantuvo en Irak en el pasado. Una conferencia sobre Irak con participación de una potencia como Rusia podría suponer un hito relevante en el proceso de transición iraquí, tanto porque ello otorgaría mayor legitimidad al Gobierno interino como por la capacidad que tendría de involucrar en la deseada pacificación a determinados países de la zona que guardan buenas relaciones con Moscú. No se trata, pues, de una idea a echar en saco roto.