La muerte de un policía en Madrid a manos de un delincuente
perteneciente a la mafia colombiana ha vuelto a poner de actualidad
un problema que se acrecienta de día en día: la inseguridad
ciudadana. Los datos de delincuencia se han disparado en los
últimos tiempos, tanto en Madrid como en otras muchas ciudades.
Ante las acusaciones de la oposición, el Gobierno asegura que va
a incrementar la presencia policial en las calles. Bienvenido sea
un mayor despliegue del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia
Civil, aunque probablemente eso no servirá para solucionar las
cosas. El problema no es únicamente policial, sino de aplicación de
las leyes. Los agentes cumplen su cometido, pero una vez en manos
de un juez, el delincuente regresa a las calles con excesiva
facilidad. Hace falta una Justicia más rápida que, actuando
enérgicamente contra los delincuentes reincidentes y contra las
bandas organizadas, permita recuperar la confianza de la ciudadanía
en las instituciones que deben velar por la seguridad de todos.
Y esto no se conseguirá si se permite en nuestro país la entrada
de redes enteras de delincuentes extranjeros, mientras a sus
compatriotas que vienen a trabajar honradamente se les persigue
demonizándolos en demasiadas ocasiones. Así las cosas, ya son 42
los asesinatos registrados sólo en Madrid en lo que va de año, lo
que debería hacer reflexionar "y dar explicaciones ante la
ciudadanía" a los responsables políticos del Ministerio del
Interior. Y a continuación, proponer medidas para combatir el
crimen organizado y, naturalmente, atajar la cantera de
delincuentes juveniles promoviendo planes de choque a nivel social,
cultural y educativo en las zonas marginales y en las familias en
situación de riesgo.
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