A muchos de nosotros nos parecía que Balears padecía de una
especie de raquitismo cultural, paliado en parte gracias a la
iniciativa privada. Ahora esa impresión se «viste» con cifras
concretas y, ciertamente, imponentes: nada menos que 17.000
millones de pesetas harían falta en este archipiélago sólo para
equipararnos a otras comunidades autónomas, y no precisamente las
más rutilantes en cuanto a equipamientos culturales.
Este es el planteamiento de la Conselleria de Cultura, que sin
duda se encuentra a menudo con una dramática falta de recursos a la
hora de poner en marcha proyectos que se consideran prioritarios.
Pese a ello, el informe, que habla de un plazo de quince años para
emprender algunos de estos planes, no conlleva ningún compromiso de
ejecución.
No obstante, ya es de por sí importante sentar las bases, es
decir, realizar una exhaustiva radiografía del estado de nuestras
infraestructuras culturales para poder así plantear las vías de
desarrollo ideales.
Con estas cartas sobre la mesa, será más fácil decidir qué
queremos para el futuro de estas islas. Si una sociedad marcada por
el consumismo, el ocio asociado en exclusiva a la marcha nocturna y
la falta de identidad cultural, o bien una juventud interesada en
su pasado, en su presente y en todo aquello que puede darle cierto
peso específico a su formación.
Si estamos de acuerdo en que la cultura es el alma de un pueblo,
estamos aún a tiempo de recuperarla, de dotarla de los medios que
precisa y de alimentarla. Es un buen punto de partida para una
reflexión seria que comprometa a instituciones públicas y privadas
de cara a conseguir, en esos quince años, una comunidad ejemplar en
ese sentido.
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