Un simple vistazo a las dependencias de la Comisaría de Policía
sirve para comprobar que las críticas y denuncias del Sindicato
Unificado de Policía (SUP) tienen una base irrefutable, por más que
se trate de un problema que por dilatado en el tiempo parezca
condenado a perpetuarse.
Por supuesto, el problema viene de antiguo, de una época en la
que la administración central no podía ni plantearse la
construcción de dependencias adecuadas y tuvo que utilizar el
antiguo ambulatorio de Eivissa. También ha tenido que sobrevivir
tiempos en los que, por no poder, ni se podían renovar vehículos ni
incrementar plantillas; todo ello a pesar de las evidentes,
urgentes y crecientes necesidades de una isla que ha despegado en
muchas cosas, pero a la que se le han enquistado otras tantas.
La situación, sin embargo, ha cambiado drásticamente, y
afortunadamente a mejor. España ha vivido una evolución general y
ya no puede dejar pasar ciertas carencias. Hoy por hoy no es de
recibo que un lugar de la importancia de la Comisaría "algo que
también podría extenderse al cuartel de la Guardia Civil" mantenga
el aspecto que tiene y las deficiencias que presenta; sobre todo
porque tiene la implícita representatividad del Estado y a él
acuden cada año miles de ciudadanos, nacionales y extranjeros, bien
sea para interponer denuncias o para realizar trámites
administrativos. Por eso, aunque es cierto que existen planes de
mejora, éstos pueden aún sufrir retrasos, cambios o, incluso,
anulaciones. Es por eso por lo que hay que pedir celeridad y
compromiso.
El sindicato policial lo insinuaba: probablemente una inspección
laboral pondría a la propia administración contra las cuerdas, pero
ni los ciudadanos ni los que allí trabajan merecen tener que sufrir
semejante trato a estas alturas de la historia.
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