El consumo eléctrico ha crecido en casi un cincuenta por ciento
en los últimos cinco años en estas islas y eso evidencia que
nuestro nivel de vida se ha incrementado, lo cual es una buena
noticia. Sin embargo, la realidad siempre presenta varias caras y
en este caso la «cruz» de esta moneda es que el sistema energético
que tenemos no da para tanto. Ya hay en marcha un plan del Govern,
que financiará Madrid, para traer hasta Mallorca y Menorca, pasando
por Eivissa, un gasoducto que enlace la red nacional con el
Archipiélago. El coste del proyecto es enorme y el plazo de
ejecución, largo y, ahora, los expertos aseguran que el suministro
de gas para producir electricidad resultará insuficiente en unos
pocos años.
Proponen, como alternativa, la instalación de una planta de
regasificación en Mallorca, una idea que habría que estudiar en
todas sus vertientes: no sólo económica, sino también en cuanto al
impacto ambiental y paisajístico que puede provocar. Pero además
los ingenieros han revelado que el Gobierno central prevé para
Canarias una infraestructura energética muy superior a la balear, a
pesar de que allí el consumo no crece al mismo ritmo que aquí. A
los ciudadanos, como en todo, nos interesa poco lo que las
instituciones pongan en Canarias. Nos importa, y mucho, lo que
ponen en Balears. Y está claro que nadie querrá reducir su consumo
energético porque eso supondría apagar el aire acondicionado,
renunciar a la calefacción, prescindir de electrodomésticos y de
toda una larga serie de comodidades. Así que las autoridades deben
afrontar el futuro con anchas miras, no pensando únicamente en el
próximo lustro. Balears exige unas infraestructuras de primera y no
puede ni debe conformarse con menos, sea cual sea el sistema
elegido.
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