Manuel Fraga, por cuarta vez candidato del Partido Popular a la Xunta de Galicia, ha vuelto a reeditar la mayoría absoluta tras las elecciones celebradas durante la jornada de ayer. Una jornada, por otra parte, que puso nuevamente en evidencia la alta abstención, algo que viene siendo una constante en la región sean cuales sean los comicios que se celebren. Parece, por ello, evidente que los políticos gallegos deberían replantearse algunas cuestiones para ver de qué forma puede conseguirse un mayor interés y, por consiguiente, una más alta participación en las elecciones.

Pero naturalmente cabe preguntarse por las alternativas de futuro. Es un hecho que la sociedad gallega ha vuelto a confiar en un líder y una gestión ya bien conocidos. Los nacionalistas del Bloque Nacionalista Galego (BNG) y los socialistas del PSdeG-PSOE mantienen sus escaños, es decir, no tienen ninguna opción, por el momento, de ser una alternativa seria de cambio. Aunque también es cierto que no está nada claro el relevo de Manuel Fraga al frente del PP de Galicia, también es verdad que tiene el camino libre para preparar una sucesión con la tranquilidad que le da el gozar de una mayoría amplia y más que suficiente para el gobierno de la comunidad.

Ciertamente, el PSdeG-PSOE debe plantearse cuál debe ser su estrategia futura, por cuanto pese a los relevos habidos en la cúpula de los socialistas gallegos, no han conseguido alcanzar siquiera ser la segunda fuerza política, lugar que seguirá ocupando los próximos cuatro años el BNG.

En cualquier caso, el pueblo gallego se ha pronunciado y Fraga debe asumir un doble reto, el de la mejor gestión posible para su comunidad, y, además, el de la preparación del futuro de su partido con vistas al cambio generacional.