El anuncio por parte del alcalde de Eivissa, Xico Tarrés, de
establecer un mayor control a partir de 2001 sobre las infracciones
de tráfico en la ciudad, principalmente los estacionamientos en
doble fila, aparece como una nueva medida para resolver uno de los
problemas más acuciantes de la ciudad en los últimos años. Para
ello se establecerán unas Vías de Atención Prioritaria (VAP) en el
centro de la ciudad y en ellas se combatirá de forma radical los
aparcamientos indebidos.
Además, el Ayuntamiento también ha encargado al Govern un
estudio de movilidad que reflejará las condiciones del tráfico en
la ciudad para, de esta manera, poder actuar en los puntos más
conflictivos. Así, el Consistorio espera, de una vez por todas,
dotar a las calles de un tráfico coherente y fluido acorde con el
siglo XXI.
Estas iniciativas suceden a las ya instauradas anteriormente,
como las zonas azules -que a pesar de su alto precio han supuesto
un éxito- o los aparcamientos disuasorios -que todavía son
escasos-. Así, la pretensión de conseguir una ciudad más
transitable parece cercana, aunque el camino no resulta fácil y
todavía quedan muchos problemas por resolver. Pero en este camino
también aparecen proyectos cargados de cierta utopía y despilfarro,
como el parking de Vara de Rey, una aventura que puede resultar más
problemática que útil y que parece diseñada más para el lucimiento
propio del Ayuntamiento que para resolver los problemas de
aparcamiento.
Lógicamente, en este tipo de iniciativas también debe existir la
participación del ciudadano, que es el que debe respetar las
normas, utilizar menos el coche y hacer uso del transporte público.
Es decir, cambiar gran parte de sus hábitos. Y para ello debe tener
facilidades y éstas se las debe proporcionar el Ayuntamiento.
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