El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, inauguró este miércoles los actos conmemorativos por el 50 aniversario de la muerte de Francisco Franco. Sánchez teme que se produzca un retroceso de derechos y libertades, un movimiento que según él se extiende por el mundo, y ha reclamado una actitud valiente de los ciudadanos. Arropado por todos sus ministros y las principales autoridades del Estado, Sánchez justifica esta celebración para no olvidar lo que significó el inicio del camino hacia la libertad y la consecución de la hazaña de la que hoy, dijo, es una de las democracias más prósperas del mundo.

Críticas.

Sánchez ha impulsado esta conmemoración sin el apoyo de PP y Vox, los principales partidos de la oposición, y tampoco de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, una entidad teóricamente afín a la izquierda, que considera que se trata de un «autobombo democrático» por parte del presidente del Gobierno. El PP considera que este tipo de actos solo sirven para tapar la corrupción que azota a Sánchez, desde la imputación de su propia esposa hasta la trama de Ábalos y Koldo García.

No está en peligro.

Afortunadamente una sociedad democrática cuenta con medios de comunicación libres que tienen la obligación de denunciar el uso de este tipo de actos por cuestiones partidistas. La democracia española no está en peligro, los ciudadanos votan casi todos los años, y lo que sí es preocupante es que se utilicen instrumentos del estado, desde la Fiscalía General hasta el CIS, en beneficio de un Gobierno que se apoya en partidos políticos cuyo objetivo es acabar con la unidad del país. Sánchez ha montado unos aniversarios que no responden a ninguna demanda social y que solo persiguen seguir dividiendo a los españoles en dos bandos, que es el principal objetivo que tiene el presidente del Gobierno para seguir en el poder. Afortunadamente Franco ya es historia por mucho que Sánchez se empeñe en resucitar cada dos por tres por su propio interés partidista.