La copresidenta y CEO del grupo hotelero Riu, Carme Riu, ha reclamado la adopción de medidas más severas contra el turismo de excesos en la Platja de Palma; una propuesta que debería ampliarse a un buen número de municipios costeros de Balears. Junto con el desarrollo de una oferta turística de calidad, en las Islas todavía sobrevive un modelo turístico indeseable y que, por desgracia, ensucia nuestra imagen como destino de ocio y descanso. Riu siempre se ha mostrado sensible a la necesidad de compatibilizar la actividad turística con el entorno social y medioambiental, un equilibrio que al romperse genera serios problemas de convivencia y que para solucionarlos es preciso actuar con urgencia.
Una mancha que se extiende
Determinados enclaves del litoral balear ya han cronificado una oferta de baja calidad en la que los turistas sólo están interesados en el consumo de alcohol; punto de partida de una espiral de conflictos que abarcan el tráfico de drogas, prostitución, delincuencia, altercados, ... Un rosario de consecuencias al que cada día tienen que hacer frente los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado con un marco jurídico insuficiente, auténtico punto de partida para tratar de reconducir la situación. Balears no tiene la exclusiva de un fenómeno que comparten otros destinos turísticos en todo el mundo, pero debería ser pionera en poner en práctica fórmulas para corregirla.
Ordenanzas más agresivas
Amsterdam aplica una norma en la que se contemplan severísimas sanciones para el consumo de alcohol o drogas en la calle, también fija horarios específicos para los prostíbulos; todo ello para frenar las consecuencias del turismo de masas. Palma, Calvià, Llucmajor Alcúdia o Sant Antoni, por citar algunos de los municipios más afectados, deberían coordinar sus ordenanzas para lanzar un claro mensaje a los visitantes de que el turismo de excesos no tiene cabida en Balears.
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