El nuevo rey de Inglaterra, Carlos III, pronunció este pasado jueves su primer discurso oficial dirigido al público británico, que vive conmocionado el fallecimiento de Isabel II el pasado jueves tras setenta años como reina del país. Ajustándose al claro sentir popular, el monarca –que será proclamado hoy de manera oficial– ha rendido tributo y homenaje a la amplia labor de su madre, tarea que está obligado a continuar en unos momentos especialmente complicados y que deberá abordar con el bagaje que supone el estar toda una vida preparándose para asumir tan alta responsabilidad.
Muchos frentes
Durante las siete décadas en las que Isabel II fue la reina de Gran Bretaña puso un especial empeño en mantener la unidad del país, un trabajo realizado con éxito reconocido por políticos de cualquier ideología. Queda por ver que papel asumirá a partir de ahora Carlos III en la siempre delicada y convulsa política británica. En los últimos años no han sido pocos los momentos críticos vividos por el país, desde el referéndum secesionista de Escocia y el Brexit, además de la reactivación del conflicto en Irlanda del Norte. Isabel II gozaba de un prestigio que le permitió sortear todas las dificultades, incluso rectificar cuando fue preciso, unas habilidades que son ignotas en el caso de Carlos; y más en un país en el que el respeto institucional entre los diferentes poderes es incuestionable.
Abierta otra era
La llegada de Carlos de Inglaterra a la jefatura de los Windsor abre, sin duda, una nueva etapa en la que deberá poner a prueba la capacidad de adaptación de la monarquía británica a las exigencias de los nuevos tiempos. Son muchos los retos que más pronto que tarde deberá hacer frente el nuevo rey, en especial en mantener la unidad del país y su capacidad de influencia en el mundo. Una tarea casi titánica en los momentos actuales.
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