El Fondo Monetario Internacional ha rebajado la previsión de crecimiento de España al 4 por ciento para este año y al 2 por ciento en 2023, lo que confirma la ralentización de la actividad económica. Ello no obstante, España continuará, según el FMI, como la primera de las grandes economías del euro en capacidad de desarrollo, aunque la revisión a la baja de su crecimiento es la mayor después de la de Alemania. Según estos indicadores, crecerá más que la media de los países de la zona euro, con una estimación del 2,6 por ciento para este año y el 1,2 por ciento el 2023. La agencia de calificación Moody's apunta que España ‘salvará' el 2022 gracias al aumento del consumo privado y el turismo, tanto nacional como extranjero, así como los fondos europeos Next Generation, que aún no están llegando al sector privado. Y los analistas del BBVA advierten que la escasez de materias primas, lo que incrementa su precio, junto con el impacto sobre el encarecimiento de la producción reducen el crecimiento económico en 2022 y 2023.

Amenazadora deuda pública

La deuda de las administraciones públicas alcanzó en junio los 1,475 billones de euros, lo que constituye un nuevo máximo histórico, al sumar casi 50.000 millones de euros más durante el primer semestre. Esta desmesurada deuda amenaza la solvencia de las finanzas del Estado, cuando España ha cerrado junio la mayor tasa de paro de la UE. Hay más de 3,3 millones de desempleados, a los que hay añadir otros 221.700 sin puesto de trabajo y 270.400 con disposición laboral limitada.

Políticas pactadas

La presión de la inflación, que acentúa el aumento de los costes de producción, reduce el poder adquisitivo y castiga el consumo. Después del verano, y con las dudas de la temporada turística de 2023, se avecinan meses complicados. Paro, endeudamiento e inflación suponen una mala ecuación, que exige políticas acertadas y pactadas con los agentes sociales.