Si desde una perspectiva estrictamente legal y jurídica el acuerdo que hilvanaron la Federación Española de Fútbol (RFEF) y Arabia Saudí para llevar al país asiático la Supercopa a cambio de 40 millones de euros (por edición) parece intachable, la intermediación de Kosmos, empresa de Gerard Piqué, ha generado un enorme debate, esencialmente, por el marco ético de la operación. Aunque en el mundo del deporte profesional el pago de cuantiosas comisiones está al orden del día y es una práctica institucionalizada, la presencia de un jugador en activo y las cantidades pactadas (4 millones cada año) por el acuerdo han escandalizado a una parte de la opinión pública.
Compadreo
Los detalles del pacto con Arabia Saudí han salido a la luz gracias a la filtración de diversas conversaciones telefónicas entre Rubiales y el propio Gerard Piqué. En estos audios se pone de manifiesto la buena relación entre el mandatario federativo y el defensa del Barça, pero también cierto compadreo que podría confundirse con el tráfico de influencias. De hecho, en algunos de los audios que se han difundido, Piqué realiza varias peticiones del todo inaceptables, como puede ser su convocatoria para los Juegos Olímpicos de Tokio o un trato de favor para el Andorra, equipo propiedad de Gerard Piqué.
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Es probable que el fabuloso acuerdo (en términos económicos) que firmó la RFEF con Arabia Saudí hubiera resultado imposible sin la intermediación de Piqué, aunque eso también abre la puerta a la colisión de intereses ya que el Barça es un habitual en esta competición. Sin duda, el último escándalo que ha salpicado al fútbol español es más una cuestión estética que irregular, sin olvidar el gran trasfondo que se oculta tras esta filtración: la batalla entre la Liga y la Federación. O lo que es lo mismo. La guerra entre Luis Rubiales y Javier Tebas.
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