Hemos pasado del «Baleares se ha convertido en la única zona de España abierta a la llegada del turismo británico» cuando, el 25 de junio, el Reino Unido puso las Islas en ‘semáforo verde', y «no habrá nuevas restricciones» (2 de julio) a «Londres vuelve a situar a Baleares en el ‘semáforo ámbar' por la subida de contagios», este pasado jueves. Y finalmente, «El Govern cambia de postura y ya prepara restricciones para frenar la ola».
¿Qué ha ocurrido? Desde finales de junio se ha denunciado que el turismo de borrachera pone en peligro la temporada en las Islas; «tenemos que parar esta alegría de vivir desenfrenada», reclama la Conselleria de Salud ante el aumento de la transmisión comunitaria; y el Govern culpa a los botellones -viajes de estudios convertidos en descontrol en Mallorca y masificación durante los días de Sant Joan en Ciutadella- de un repunte que está provocando el incremento de los ingresos en los hospitales. Por ejemplo, en Can Misses los ingresos han aumentado un 22,2% en sólo 24 horas.
Sobreesfuerzo en Atención Primaria.
Cada vez que se suavizan las restricciones y se autoriza una mayor movilidad se repite el mismo escenario: se dispara la incidencia acumulada y aumentan los infectados, lo que obliga a los equipos UVAC a incrementar las labores de rastreo y detección entre quienes han sido contacto estrecho de positivos. Un trabajo que recae sobre los profesionales de Atención Primaria, sometidos a un sobreesfuerzo desde hace meses, que expresan su malestar y enfado.
Extremar las precauciones.
Cuando ya hemos entrado en la segunda quincena de julio, en plena temporada alta, un 52,7 de la población de Baleares cuenta con la pauta completa de vacunación. El segmento de edad con menor inmunización es el de adolescentes y jóvenes, donde se ha registrado el mayor número de contagios. La realidad es que aún no hemos vencido al coronavirus, que con las mutaciones es más silencioso y contagioso. Hay que seguir extremando las precauciones y se avecinan nuevas limitaciones y restricciones.