El duro proceso de reestructuración de la banca ha tenido, en la última década, un notable impacto en Balears y también en las Pitiusas. Más de medio millar de sucursales han cerrado sus puertas y miles de trabajadores han resultado afectados por expedientes de regulación de empleo. Este proceso, imprescindible para resolver la crisis del sector, no puede darse por concluido. En los próximos meses se esperan nuevas decisiones en la misma línea. El liderazgo de las Islas en los índices de bancarización son ya una cuestión del pasado. Los cambios, sin embargo, no deberían significar una merma en la calidad del servicio que prestan a sus clientes; todo un reto para los gestores de las entidades financieras.
Costes y tecnología.
La magnitud del redimensionamiento que ha sufrido el sector bancario en Balears es consecuencia de diversos factores. Los procesos de fusión de bancos y cajas, la necesidad imperiosa de reducir costes y la universalización de la banca online han impulsado los cambios que, por supuesto, no han pasado desapercibidos para los impositores. El cierre de sucursales también ha repercutido en la desaparición de cajeros automáticos. Frente a toda esta remodelación es imprescindible que los clientes no dejen de estar en el centro de atención de los bancos, cuyos servicios son imprescindibles en el día a día de cualquier ciudadano.
Un nuevo modelo de banca.
Todo indica que el sector bancario español está inmerso una profunda modificación de su modelo tradicional, basado en el contacto personal. La ampliación de la cartera de servicios telemáticos, la segmentación de la clientela para ofrecer productos a medida, una atención especializada... son los nuevos vínculos que se tratan de establecer para fidelizar la clientela. La banca española no ha permanecido ajena a los cambios que se han producido en numerosos aspectos de las relaciones comerciales, un proceso en el que Balears también ha pagado su tributo.