Cumplir la ley.
Frente a otros casos similares vividos en Ibiza hay que valorar positivamente la voluntad de la cadena hotelera en dar todas las explicaciones necesarias sobre la reforma que impulsan en el municipio de Sant Joan. No suele ser habitual que las empresas sean tan accesibles cuando son acusadas de posibles irregularidades por parte de organizaciones ecologistas, como ha ocurrido con la reforma del hotel Xarraca Bay. También hay que recordar que el Ayuntamiento de Sant Joan inspeccionó las obras cuando se fueron denunciadas por primera vez, y así lo lleva haciendo semanalmente. Pensar que los técnicos municipales hacen la vista gorda ante posibles irregularidades es acusar a los funcionarios de prevaricar, y no parece que eso sea lo más adecuado en este caso. Los técnicos hacen su trabajo y mientras no se demuestre lo contrario, no debe ponerse en tela de juicio.
Vigilancia.
Siempre que se promueve una edificación en espacios sensibles desde el punto de vista medio ambiental hay que estar vigilantes, y hay que elogiar el papel que han jugado históricamente los grupos ecologistas. Pero las acusaciones deben demostrarse y no basta con lanzar sospechas sin pruebas fehacientes. A cualquier ibicenco le gustaría una costa despejada, sin edificios, pero el hotel Xarraca Bay dispone de todos los permisos y poco más se puede hacer. Lanzar acusaciones de forma tan alegre no parece nada razonable.