Los últimos datos del padrón de habitantes facilitado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) dibuja con precisión la nueva estructura demográfica de Balears, un documento esencial para conocer los cambios de una sociedad y sus nuevas exigencias. El peso de la inmigración extranjera, que se ha duplicado en los últimos tres lustros, no deja de crecer tras una recesión momentánea atribuible a la crisis económica. Dar una respuesta adecuada a este fenómeno es, probablemente, la mejor arma para desactivar la xenofobia en nuestro país, una dinámica ante la que toda prevención es poca.
Valores positivos.
No cabe duda que la llegada de inmigrantes ha trastocado buena parte de la planificación de la servicios esenciales como la educación o la sanidad, circunstancia que ha provocado una gestión improvisada que se supera no sin dificultades gracias, en buena medida, a los profesionales implicados. Con demasiada frecuencia se focalizan los problemas y se obvian las importantes ventajas y contribución al desarrollo económico y social de Balears que supone la llegada de inmigrantes, un aspecto que no se enfatiza lo suficiente a la hora de analizar los fríos datos estadísticos. Balears, que también fue origen de emigrantes, no sería lo que es en la actualidad sin la aportación de todos sus habitantes; sin excepciones.
Labor didáctica.
Queda por delante un exigible compromiso didáctico institucional que ayude a neutralizar el caldo de cultivo de peligrosos populismos fundamentados en la xenofobia, actitudes que son reflejo del puro desconocimiento o de prejuicios infundados. Las sociedades cambian y Balears no es una excepción. De la capacidad de asimilación e integración de los nuevos inmigrantes -que también depende de su propia voluntad- se verá el grado amplitud de miras con las que quiere afrontar el futuro. Lo que no tiene sentido es querer ignorar la realidad.