Toni Ruiz, el director de Ràdio Illa, la emisora pública titularidad del Consell de Formentera y que gestiona la entidad sin ánimo de lucro Associació Cultural Audiovisual de Formentera (ACAF), ha sido cesado como director tras siete años al frente de este medio de comunicación público. Se lo comunicó por escrito a Ruiz el presidente de ACAF, Álvaro Mendoza, entregándole una carta donde se habla de «perdida de confianza», pero no se ha comunicado ni a los oyentes ni a los ciudadanos en general que contribuyen con sus impuestos al sostenimiento económico de la radio.

Explicaciones públicas.
El cese del director de un medio público debe ser explicado a la ciudadanía convenientemente, porque no se trata de una decisión que quepa aceptar desde la arbitrariedad o el capricho. Debe haber unos motivos y unas razones que justifiquen tan grave medida, por más que la gestión del medio esté encomendada a ACAF, como aduce el Consell de Formentera, que parece despreocuparse del asunto, como si con él no fuera y como si el dinero con que se financia Ràdio Illa no saliese de las arcas públicas de la institución insular. Que ACAF no ofrezca información amparándose en que se hace por «respeto» a Ruiz, es un contrasentido, porque para evitar especulaciones lo que debe hacerse es ser transparentes y facilitar toda la información disponible. Y si se trata de una pérdida de confianza, las razones que la han originado.

Nula transparencia.
De este modo, ni ACAF ni el Consell de Formentera dan razón de lo ocurrido y esta situación es completamente inaceptable tratándose de un medio público. ¿Se aceptaría en cualquier otro lugar un cese fulminante del director de un medio de comunicación sin dar ninguna explicación a la opinión pública? En modo alguno. Pero ya se sabe que en Formentera las cosas funcionan de forma diferente, o eso parece, una vez más. La transparencia y la información en cosas de innegable interés público brillan por su ausencia, lo que demuestra que hay quien piensa que puede hacer y deshacer según se le antoja y conforme dicta el libre albedrío, si atender al interés general.