Periódicamente se suceden las actuaciones de las diferentes policías locales de la isla de Ibiza a fin de desmantelar los asentamientos ilegales que se van detectando, habitualmente en suelo rústico o en zonas deshabitadas y boscosas. El último en Cala Nova, en Santa Eulària des Riu. Media docena de personas procedentes de Holanda, Italia, Reino Unido y también españoles que habitaban en tiendas de campaña o en refugios improvisados entre los árboles, con lonas y plásticos para guarecerse del sol y de las inclemencias. Al parecer el asentamiento no era esporádico ni fortuito, puesto que se hallaron restos de hogueras, basuras y residuos. Además había espacios destinados a almacén o cocina.

Un peligro manifiesto.
Este tipo de asentamientos es intrínsecamente peligrosa, pues se hace fuego en zonas boscosas lo cual conlleva un riesgo muy grande, acrecentado por el calor de los meses de verano. Las autoridades deben vigilar para que no proliferen y proceder al desalojo y a restablecer la normalidad en la zona en la medida en que sea posible.

La cara amarga del acceso a la vivienda.
Los asentamientos son la cara más dura y amarga de las dificultades de acceso a la vivienda a un precio razonable, algo en lo que hay que trabajar y que está lejos de solucionarse por más que se anuncie la construcción de viviendas para alquiler social que aún tardarán meses si no años en ser una realidad. Pero eso no es óbice para impedir que cada cual se establezca donde le venga en gana y ponga en peligro el medioambiente, algo que es responsabilidad de todos preservar. Cualquier imprudencia en una zona boscosa puede suponer una calamidad para mucha gente. Además la acumulación de basuras y residuos, ya no digamos nada de la falta de agua y las condiciones higiénicas y sanitarias, no pueden tolerarse en modo alguno.