Hoy comienza en Madrid uno de los congresos más complicados del Partido Popular. Desde la más profunda división interna tendrá que elegir al líder que sustituirá a Mariano Rajoy al frente de la formación conservadora. El complejo sistema de primarias ha dejado a dos candidatos confrontados: Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado. Las diferencias entre ambos, al margen de los matices ideológicos, se centran en los antagonismos personales y la orientación que quieren imprimir al PP para mantener la hegemonía de la representación del centro derecha español.
La unidad imposible.
Sáenz de Santamaría y Casado no han logrado materializar el deseo de algunos de los más renombrados barones del PP, la confección de una candidatura única en el congreso nacional que hubiera proyectado una imagen de unidad interna que ahora mismo está hecha añicos. La incompatibilidad personal de la exvicepresidenta con la que fue ministra de Defensa y secretaria general, María Dolores de Cospedal, explica en buena medida el punto de partida de esta convención en la que se dirime qué espacio quiere recuperar el PP, la derecha o el centro, bajo la creciente amenaza del avance de Ciudadanos. Los personalismos se han impuesto en este proceso de búsqueda de un nuevo liderazgo, una senda novedosa en la el PP se estrena.
Futuro electoral.
Pilotar al PP en la oposición es el gran reto que tiene que afrontar el nuevo presidente o presidenta nacional, aunque con la dificultad añadida de la profunda brecha interna que heredará de la convención de este fin de semana. El escenario es complejo, la corrupción ha acabado haciendo mella en las capacidades políticas del partido hasta expulsarlo del poder. La renovación de cuadros y la capacidad de construir un nuevo discurso que frene la actual sangría de votos son tareas urgentes para los nuevos mandatarios, pero antes deberá unirse, de nuevo, el PP. No será fácil.
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