"Hay vida después de Podemos". Esta ha sido una de las frases pronunciadas por Salvador Aguilera al anunciar su decisión de abandonar la formación morada pero sin renunciar a su puesto de diputado autonómico que consiguió gracias a que iba en las listas de Podem Eivissa.

Aguilera ha decidido así seguir los pasos de sus excompañeras Montse Seijas y Xelo Huertas, también exdiputadas de Podemos que al ser expulsadas decidieron pasarse al grupo mixto, donde ahora se encontrarán con Aguilera.

Incoherencia política

Efectivamente, hay vida después de Podemos. Lo que no parece tener tan claro Aguilera es que haya vida después de estar en el Parlament y de cobrar algo más de 3.000 euros al mes para, dice, «defender los intereses de Ibiza».

La isla puede continuar adelante sin que políticos como Aguilera estén en Parlament defendiendo sus intereses. Por el contrario, cada vez que Aguilera utilice el nombre de Ibiza para justificar su transfuguismo político, dejará en muy mal lugar la imagen de la isla.

Por coherencia, por lo que defendieron antes de tener representación en las instituciones, el exdirigente de Podemos tendría que abandonar su cargo y marcharse a casa, pero se vive muy bien con 3.000 euros al mes, y ahora en pleno verano podrá seguir cobrando sin pisar la Cámara autonómica. Todo un chollo.

Situación interna

El desplante de Aguilera es un elemento más que demuestra la complicada situación interna que se vive en la formación morada, donde en poco tiempo se han producido muchos movimientos y críticas sobre la falta de democracia interna.

Para eso no nació Podemos, un partido que venía a regenerar la vida política y que, en cambio, ha servido para dar cobijo a políticos con pocos escrúpulos, que se aprovechan de su estatus político para seguir medrando en las instituciones.

Da pena que la política siga siendo un refugio para personas cuyo único objetivo es disfrutar de un buen sueldo y poco más. Y Aguilera se suma tristemente a la lista de tránsfugas que han desprestigiado la vida política balear.