Miles de trabajadores que llegarán a Mallorca contratados por el sector de la hostelería para la próxima temporada tendrán –este año más– serios problemas para poder alquilar una vivienda a un precio asequible. El problema, que en Eivissa y Formentera tiene todavía una dimensión mayor, merece ser muy tenido en cuenta para evitar que acabe enquistado generando un conflicto en el futuro. Todavía son pocas las cadenas que parecen haber tomado conciencia de esta situación, reabriendo antiguos alojamientos anexos a los hoteles –siempre y cuando reúnan las necesarias condiciones de habitabilidad– o facilitando el acceso a viviendas. La falta de una oferta de viviendas en alquiler acorde con el nivel salarial de estos trabajadores les fuerza cada vez más a buscar alojamientos en el interior de la Isla, con largos desplazamientos a las zonas turísticas.

Conciencia colectiva. El sector hotelero, del mismo modo que el de la restauración, no puede desentenderse de las condiciones en las que se alojan las personas que contratan. Los convenios firmados contemplan aspectos como éste que no pueden incumplirse, una baza que las fuerzas sindicales quieren plantear con seriedad en la próxima negociación. El sentido común obliga a plantear fórmulas que permitan compatibilizar la demanda laboral que se genera durante los meses de verano a la que el mercado insular no puede dar respuesta, con unas condiciones de residencia temporal digna a unas precios razonables. En este sentido, la patronal debe sondear con urgencia el abanico de alternativas.

Imagen y profesionalidad. El sector turístico de Mallorca ha realizado, de manera global, un enorme esfuerzo para mejorar su imagen con más y mejor formación de sus profesionales. Es un contrasentido permitir que se malogre todo este esfuerzo por no prestar atención a las necesidades sociales de los trabajadores que ocupa. Es una visión indispensable en los tiempos actuales.