Reforzado. A lo largo de estos meses Junts pel Sí y la CUP han jugado una partida estéril por el poder que les conducía a unas nuevas elecciones en marzo. Estaba claro que este fracaso político iba a ser castigado sin piedad por los electores. Ambas formaciones debían alcanzar un acuerdo, y éste finalmente ha llegado. Todos pierden, pero el ‘Procés sobiranista' tampoco sale reforzado con este nuevo panorama político. El Parlament de Catalunya tiene ahora una mayoría absoluta que apuesta por la ‘desconexión' del Estado español, que es su principal objetivo durante esta legislatura, pero es una mayoría inestable, poco sólida, formada por un partido mayoritario y por dos tránsfugas de la CUP. Se trata, sin duda, de un arranque endeble para iniciar un período en el que debe prevalecer la fortaleza para poner en marcha lo que algunos políticos catalanes llaman la desconexión. ¿Cómo se puede negociar con esta mayoría parlamentaria la independencia de un país? Parece un imposible.
Situación delicada. Se mire como se mire, la política catalana acaba de cerrar tres meses de turbulencias, mientras las instituciones españolas continúan en un ‘impasse' por la fragmentación de escaños en el Congreso. Esta situación favorece las aspiraciones del Parlament, que puede tomar la iniciativa ante la parálisis del Gobierno y la falta de entendimiento de los partidos de ámbito estatal sobre cómo afrontar el problema catalán. Artur Mas hubiese podido ahorrar muchos meses de agonía para la política catalana.
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