La Comisión Europea mejoró ayer en seis décimas la previsión de crecimiento económico para este año que había realizado el Gobierno español, hasta el 2,3 por ciento. La proyección de los expertos de la Unión Europea se prolonga, incluso, al ejercicio de 2016, con un aumento del Producto Interior Bruto del 2,5 por ciento. El presidente Mariano Rajoy no ocultó su satisfacción por lo que es un claro respaldo a las políticas económicas que ha impulsado en los próximos años, cuyo efecto positivo todavía está lejos de ser una realidad palpable para muchos ciudadanos y empresas.

Un año electoral. Situar el crecimiento de España por encima del resto de países de la eurozona no cabe duda que es un activo inmejorable para Rajoy, y el Partido Popular, en el último año de la legislatura. Este año 2015 está saturado de convocatorias electorales: Andalucía, locales y autonómicas, Catalunya y, finalmente, las generales. Todos estos procesos son observados con atención, y preocupación, desde Bruselas. La Unión Europea es muy consciente de las consecuencias que puede tener para el conjunto un período de inestabilidad política en nuestro país, más si se tienen en cuenta los resultados que ofrecen las últimas encuestas que insisten en la irrupción de Podemos. Las propuestas económicas, en todos los órdenes, de la formación que lidera Pablo Iglesias inquietan en los organismos europeos.

España no es Grecia. Del mismo modo que la situación de España no es comparable a la de Grecia –que no está logrando que el Banco Central Europeo flexibilice sus exigencias para mantener las ayudas al país heleno–, la Unión Europea da la impresión que teme un futuro gobierno español condicionado por Podemos; quizá por ello avala con entusiasmo la estrategia que Rajoy ha mantenido estos años, aunque sus efectos todavía forman parte de la virtualidad estadística. Ahora sólo queda comprobar que los vaticinios de los expertos europeos se cumplen.