El cortisol es una hormona esteroidea que se produce en las glándulas suprarrenales, que son pequeñas glándulas ubicadas encima de los riñones. Es parte del sistema endocrino del cuerpo humano y juega un papel crucial en una serie de funciones fisiológicas importantes.

El cortisol es conocido comúnmente como la ‘hormona del estrés’ porque se libera en respuesta a situaciones estresantes. Ayuda al cuerpo a manejar y responder al estrés al aumentar la glucosa en sangre, suprimir el sistema inmunológico y ayudar en la metabolización de grasas, proteínas y carbohidratos. Además, es la hormona que nos da una respuesta rápida ante situaciones de peligro.
Además de su papel en la respuesta al estrés, el cortisol también tiene otras funciones importantes en el cuerpo, como regular el metabolismo, controlar la presión arterial, modular el sistema inmunológico y ayudar en la función cognitiva.

Sin embargo, a diferencia de nuestros antepasados que sí que necesitaban y usaban bien el cortisol para huir de peligros reales, en la vida moderna no tenemos que huir de leones, pero sí que se dispara la hormona del estrés por factores como querer llegar a todo, mala calidad del sueño y malos hábitos de vida (alcohol, drogas), que contribuyen a un aumento del cortisol que puede resultar letal para el ser humano. Y es que niveles crónicamente elevados de cortisol debido a estrés prolongado pueden tener estos devastadores efectos negativos en tu salud:

1.Supresión del sistema inmunológico: El cortisol puede suprimir la respuesta del sistema inmunológico, lo que hace que el cuerpo sea más susceptible a infecciones y enfermedades.
2. Aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares: Los altos niveles de cortisol pueden contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, como hipertensión arterial, enfermedad cardíaca coronaria y accidente cerebrovascular.
3. Aumento de peso: El cortisol puede contribuir al aumento de peso, especialmente en la zona abdominal. Esto se debe a que el cortisol puede aumentar el apetito y favorecer el almacenamiento de grasa abdominal.

4. Problemas digestivos: El cortisol puede afectar la función digestiva, lo que puede llevar a problemas como el síndrome del intestino irritable, acidez estomacal y úlceras gástricas.
5. Trastornos del sueño: El cortisol elevado puede interferir con los patrones normales de sueño, lo que puede provocar insomnio o dificultad para conciliar el sueño.
6. Cambios en el estado de ánimo: Los niveles elevados de cortisol pueden contribuir a la ansiedad, la depresión y otros trastornos del estado de ánimo.
7. Disminución de la función cognitiva: El cortisol puede afectar la función cognitiva y la memoria, especialmente cuando los niveles están crónicamente elevados.
8. Reducción de la densidad ósea: Los niveles altos de cortisol pueden disminuir la densidad ósea, lo que aumenta el riesgo de osteoporosis y fracturas óseas.
Para detectar si tienes elevado el cortisol hay dos pruebas: análisis de sangre a las 08.00 horas de la mañana, que es cuando se produce el pico de cortisol en sangre, o bien la prueba de detección del cortisol en saliva durante 24 horas, siendo esta última la más efectiva y real para ver si el estrés es prolongado y sostenido en el tiempo.