El número que vemos en la etiqueta de nuestra crema se llama Factor de Protección Solar (FPS) o, en inglés, SPF (Sun Protection Factor). Este indica cuánto tiempo más podríamos estar al sol sin quemarnos, en comparación con no llevar protector. Por ejemplo, si normalmente te quemas después de 10 minutos al sol y usas un FPS 30, teóricamente podrías estar al sol 30 veces más, es decir, 300 minutos, sin quemarte. Sin embargo, para comprenderlo mejor un farmacéutico popular en las redes sociales, Álvaro Fernández, explica en un vídeo en su Instagram el significado de las cifras.
Es importante tener en cuenta que el FPS no se traduce en una protección proporcionalmente igual a su número. Un FPS 30 bloquea alrededor del 97 % de los rayos UVB, mientras que un factor 50 aproximadamente el 98 %. Como podemos ver, la diferencia entre estos dos no es muy significativa. La elección del FPS adecuado depende de varios motivos, como el tipo de piel, la intensidad de la exposición al sol y las condiciones ambientales. Las personas con piel clara o con antecedentes de cáncer de piel deben optar por un protector más alto. Además, en días nublados o con viento, no debemos subestimar la intensidad de los rayos solares.
Como consejo, es fundamental aplicar la crema 30 minutos antes de la exposición al sol y reaplicar cada 2 horas, o más a menudo si se está nadando o sudando. Además, no se debe confiar únicamente en la crema para protegernos del sol; es importante complementar con sombreros, gafas de sol y buscar sombra cuando los rayos son más intensos. Comprender el significado del número es clave para tomar decisiones informadas sobre nuestra protección solar. Al elegir el FPS adecuado y seguir buenas prácticas de aplicación, podemos disfrutar del sol de manera segura y mantener nuestra piel protegida de los daños causados por los rayos UV.
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