Aunque la fiesta tiene el nombre de San Juan, su origen se remonta a antes del cristianismo. Nos situamos lejos en el espacio y en el tiempo, a hace miles de años. Y es que lo que seguimos celebrando en 2024 tiene su origen en las religiones paganas de tiempos atrás. Por aquel entonces, nuestros antepasados ya encendían velas y hogueras, aunque en la noche del 21 y no del 23 de junio, coincidiendo con el solsticio de verano. Lo hacían para mandar fuerzas al sol, ahora que los días empiezan a acortarse en el hemisferio norte.
Esas fiestas, las originarias de toda la tradición actual, rendían culto al dios Sol. Recordemos que los pobladores de la antigüedad veneraban usualmente a elementos de la naturaleza, sobre todo aquellos que permitían la vida, como el sol, la lluvia o el aire. Mediante sus rituales creían que conseguirían conectar con ellos y lograrían su favor. Bien sea para que lloviera, para atraer la fortuna, el amor…o en este caso, el sol, que empezaba a partir del 21 de junio a escasear con menos horas de luz.
La razón por la que actualmente se celebra el día 24 es por un ajuste un tanto forzado, del cristianismo para hacerse suya la celebración. En sus inicios el cristianismo cambió el motivo de los festejos de los primeros calendarios, adaptándolos a la nueva religión y dotándolos de otros significados. Podemos decir que hicieron un poco encaje de bolillos para hacer suyas las fiestas y conseguir adaptarse a la sociedad pagana de la época. Así, más o menos consiguieron apropiarse de esas celebraciones de culto al sol del solsticio de verano haciéndolas coincidir el 24 de junio con el nacimiento de San Juan Bautista, el predicador judío que bautizó a Jesús.
En este punto seguro que muchos se preguntarán…¿Y quién fue San Juan Bautista, más allá del que bautizó a Jesús? Pues atención a su historia, porque también es curiosa… Resulta que en realidad lo más llamativo quizá es que segú el evangelio la vida de San Juan no tuvo nada que ver con esta noche, ahora tan famosa y que lleva su nombre 2.000 años después. Aunque…empecemos por el principio.
San Juan fue uno de los precursores de Jesucristo. Según cuenta el evangelio de San Lucas, nació obra de un milagro. Sus padres, Isabel y el sacerdote Zacarías, recibieron la visita del ángel Gabriel, anunciándoles de que Juan venía en camino. Y, según la Biblia, Zacarías, el padre, mandó encender una hoguera para anunciar tan buena noticia. Aunque claro, aquí habrá quien se lo crea o quien vea en esto de encender la hoguera un intento por meter el fuego de los paganos por algún lado. Pero...prosigamos.
Juan siguió los pasos de su padre y dedicó su vida al judaísmo. Sin embargo, era un poco rebelde, estaba en contra del comportamiento del sacerdocio oficial, así que se fue a predicar al desierto de Judea. Ya con 30 años, emigró al Jordán y allí, además de dar sermones acompañado de un grupo de discípulos que le seguía, empezó a ganar popularidad en cuanto a los bautizos. Y quién acudió para que le bautizara? Ni más ni menos que Jesús de Nazaret, Jesucristo. Según se cuenta en los textos religiosos, fue San Juan el creador de una de las frases que seguro que les sonará para referirse a Jesús: «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo».
Muy poco ha trascendido de él a partir de ese momento hasta su muerte. Ahí sí coinciden varios textos en que se hizo tan famoso que llegó a tener problemas con Herodes, el gobernante de Judea, que le mandó ejecutar en la prisión de la fortaleza de Maqueronte. Ah y como dato curioso, además de santo para los cristianos, también es venerado por los musulmanes como profeta, y lo conocen como Yaḥyā ibn Zakarīyā.
Así, su única relación con la noche que celebramos este domingo, el 23 de junio, es que supuestamente es su aniversario. Hoy, más de dos milenios después, la noche de San Juan celebra la llegada del solsticio de verano en casi toda Europa y América Latina con ritos y tradiciones ancestrales, aunque dependiendo de la región donde se celebre algunas costumbres varían. En Mallorca, además de las hogueras y las reuniones en la playa, abundan los correfocs y las revetles.
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