Manolo y su amigo, dos murcianos, habían trabajado arduamente durante un mes para ahorrar casi mil euros cada uno. Con este dinero, planeaban disfrutar de unas merecidas vacaciones en Roma, donde tenían previsto pasar un par de semanas. Sin embargo, en su segunda noche en la ciudad, mientras paseaban tranquilamente, fueron abordados por un hombre trajeado que les sugirió entrar en un club llamado Poppea.

Lo que sucedió dentro del local resultó ser devastador para sus finanzas. Seducidos por las camareras y creyendo haber tenido éxito en ligar, comenzaron a consumir cada vez más bebidas. Al día siguiente, se enfrentaron a una dura realidad: sus cuentas estaban completamente vacías y el dinero que tanto les había costado ahorrar había desaparecido sin dejar rastro.

Así lo explicó el propio Manolo en una reseña del local, en la que añadió que les cobraron cuatro botellas de Moet y seis horas de servicio de baile privado, dejándolos sin fondos para cubrir cualquier otro tipo de gasto y obligados a pedirle dinero a la madre de Manolo para poder volver a España a solo dos día de haber puesto un pie en Italia.