El experto hace especial hincapié en la necesidad de prevenir la plaga para evitar posibles reacciones alérgicas. «El problema más grave que crean estos insectos es debido principalmente a los pelos urticantes que presentan las orugas. En el momento que bajan al suelo en procesión para enterrarse, si son molestadas liberan estos pelos urticantes. En contacto con la piel producen importantes reacciones alérgicas, siendo los ojos la parte más vulnerables y sensible. En los perros, el riesgo es que intenten comerse una oruga. La reacción alérgica puede provocar necrosis de lengua o de garganta y si no se actúa a tiempo, el animal puede morir».
En la mayoría de los casos, la reacción en las personas suele ser leve y tan solo producir algún tipo de urticaria que no precisa de asistencia médica. Los síntomas que suelen aparecer son la aparición inmediata de una urticaria, picor en la piel y aparición de habones, que se localizan en las zonas expuestas (brazos, cara y piernas habitualmente). En el caso de las reacciones en la piel por mecanismo irritativo, lo primero que hay que hacer es echar agua fría en la zona afectada, para así retirar lo antes posible los pelos que hayan quedado sobre la piel y calmar la zona afectada. En caso de que sea necesario la toma de antihistamínicos puede ayudar a rebajar el picor. En los casos de reacciones severas se puede llegar a producir una anafilaxia, una reacción alérgica extremadamente grave que afecta a todo el organismo y se instaura a los pocos minutos de haber estado expuesto al alérgeno. Normalmente suele aparecer inflamación de la cara y los ojos, urticaria generalizada, dificultad para respirar que precisan asistencia médica urgente.
Para evitar una mayor proliferación de la oruga del pino, Anticimex diagnostica que método utilizar según la fase larvaria del insecto, lugar y época del año. «Se emplean los tratamientos más eficaces que garantizan la seguridad de personas y animales, siendo medioambientalmente respetuosos», explica. En otoño se aplican inyecciones de baja presión en el tronco del pino, consiste en introducir una cantidad de producto insecticida mediante una inyección a baja presión sobre los vasos vasculares del árbol, desde donde se difunde al resto de los tejidos vasculares del árbol. El tratamiento se hace cuando las larvas son pequeñas y un solo tratamiento es suficiente para tener controlada la población.
Durante la primavera, se colocan unos anillos, que evitan que las orugas llegan al suelo y el verano se monitoriza la plaga y se usan feromonas para disminuir el impacto de la plaga. Este sistema tiene ventajas respecto a los tratamientos convencionales, ya que evita la aparición de procesiones de orugas durante la primavera, hace un uso localizado y controlado de productos químicos, reduce la contaminación ambiental y tiene una mayor eficacia y duración del efecto del tratamiento. Además, se trata de un tratamiento totalmente seguro para persona y animales domésticos.
Durany explica que también se hace un control mecánico mediante anillos. «Se trata de otra fase de tratamiento (primavera), y esta se aplica cuando no se han aplicado las inyecciones, es decir cuando las orugas de la procesionaria descienden al suelo. Los anillos evitan que las orugas desciendan y que puedan entrar en contacto con personas o mascotas». Finalmente se usan trampas de monitoreo con hormonas femeninas durante el verano colgados en las ramas de los árboles. «Mediante este proceso se capturan los machos, evitando que puedan aparearse con las hembras. Además, permite identificar el nivel de infestación y determinar el momento en el que se producirá el nacimiento de las orugas». También existen otros métodos como la protección de las aves insectívoras. Muchas especies son depredadores naturales de la procesionaria y mediante la colocación de cajas pino se puede favorecer la presencia de estas aves que evitan un aumento descontrolado de esta plaga.
Más allá del riesgo para las personas y animales, a nivel medioambiental «el problema principal es la defoliación de los pinos y como consecuencia, su debilitamiento. Aunque es muy poco probable que un pino llegue a morir por la acción defoliadora de las orugas de la procesionaria. Lo debilitan, pero no llegan a matar».
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