La vitamina D es única porque nuestro cuerpo la produce cuando la piel está expuesta al sol. Aunque un 10-20% proviene de nuestra dieta, el 80-90% se obtiene a través de la exposición solar. En invierno, la tendencia a pasar más tiempo en interiores y la disminución de las horas de luz solar contribuyen a una deficiencia generalizada de esta vitamina, afectando a gran parte de la población, incluyendo un 90% de los mayores de 60 años en España.
También desempeña funciones cruciales en el organismo, como la formación y el crecimiento óseo. Facilita la absorción de calcio y fósforo, contribuyendo a una estructura de los huesos fuerte y densa. Además, es vital para el sistema inmunológico, la fertilidad y el metabolismo de la insulina, así como para funciones musculares y cognitivas. Su importancia es aún más significativa en mujeres, especialmente durante etapas como la adolescencia, la fertilidad, el embarazo y la menopausia.
La falta de vitamina D puede tener graves repercusiones. Se asocia con enfermedades óseas como osteomalacia en adultos y raquitismo en niños. Estas condiciones se caracterizan por una disminución en la mineralización del hueso, lo que puede provocar dolor y fragilidad ósea. Además, su déficit se ha relacionado con enfermedades más graves, incluyendo ciertos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y autoinmunes, diabetes mellitus y síndrome metabólico.
Para mantener niveles adecuados de esta vitamina durante el invierno, es esencial adoptar medidas preventivas. La alimentación juega un papel importante, con alimentos como pescados grasos, lácteos no descremados, yema de huevo y algunos tipos de setas, como los champiñones, siendo fuentes ricas en esta vitamina. Sin embargo, debido a que la mayoría de los alimentos contienen poca cantidad de vitamina D, a menudo es necesario recurrir a los suplementos. Es importante consultar con un médico para determinar las necesidades individuales y las mejores pautas a seguir.
La vitamina D es un componente esencial para mantener una buena salud, especialmente durante los meses de invierno. Dado su papel fundamental en numerosas funciones corporales y la prevención de enfermedades graves, es importante tomar medidas proactivas para asegurar su adecuada ingesta, ya sea a través de la dieta, mediante suplementos alimenticios o la exposición controlada al sol. La conciencia sobre su importancia y las estrategias para prevenir su deficiencia son claves para mantener un bienestar óptimo durante toda la estación invernal.
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