Pese a los calurosos veranos de Mallorca, hay quienes llevan años sin ir a la playa por miedo a mostrar su cuerpo en público. El generalizado rechazo a la propia imagen coarta la vida de muchas personas, a las que la angustia embriaga en estío y los, a priori, meros complejos menoscaban su autoestima y las abocan a una vida a dieta para conseguir encajar en los cuerpos socialmente estandarizados. Un martirio constante de los que muchos son presos.
«Empecé mi primera dieta antes de la Primera Comunión. Siempre me inculcaron que no era suficientemente válida si no adelgazaba»; «Subí de peso por la ansiedad y se volvió una locura. Peso 70 kilos y me siento una vaca»; «Últimamente he engordado mucho debido al estrés y pensar en que alguien me vean desnuda me aterroriza»...Son solo algunas de las respuestas de los lectores a una encuesta que Ultima Hora lanzó en sus redes sociales este mes de abril, muestra del peso de los estigmas físicos y sus efectos a nivel personal. Esta incomodidad e incluso odio por el cuerpo propio se acrecienta en verano. Maria Serra contestaba: «No voy a la playa para que no me vean»; Pau Espinosa, reconocía que «desde pequeño, cuando voy a la playa me cuesta quitarme la camiseta, solo cuando me meto en el mar» y Alberto M. aún recuerda que de adolescente le invitaban «a cumpleaños en la playa y no iba por vergüenza».
«El cuerpo no está para lucirlo, sino para vivirlo»
La psico-nutricionista Juana María Fernández Galbi llama a no normalizar el generalizado rechazo hacia la propia imagen: «Queremos esos cuerpos porque son los que se nos imponen en la sociedad, pero no son reales. En la playa vemos que la gente de a pie tiene todo tipo de aspectos y no tenemos por qué sentirnos ni diferentes ni peores. El cuerpo está para vivirlo, no para lucirlo, no es un trofeo, sino un medio para vivir».
«Cuando una persona dice que quiere adelgazar, lo que quiere es encajar y ser feliz»
«Cuando alguien dice que quiere adelgazar, lo que quiere es encajar y la imagen que se tiene de la persona delgada: exitosa, sana y con muchas relaciones sociales», etiquetas que arraigan en el imaginario colectivo con famosos con cuerpos perfectos o la estereotipación de personajes en el cine: a la protagonista del popular film El diario de Bridget Jones (2001) se la presenta con sobrepeso, deprimida y poco sensual, antes de empezar a «cuidarse», perder peso y caer en un triángulo amoroso, en medio de los dos personajes masculinos.
Este tipo de narrativas, asegura la profesional, incentivan la relación entre los kilos de más con el fracaso y la infelicidad: «Al final lo que se busca al perder peso es ser felices, porque nos venden esta imagen, pero no es real». Así, para un verano sin complejos ni falta de autoestima, Fernández Galbi anima a aceptarse a uno mismo, ser conscientes de la inconsistencia de los prejuicios sociales y cuidar el cuerpo desde el amor y el respeto, física y mentalmente.
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