A su modo de ver, «el pensamiento de 'sin ti no soy nada' o 'qué voy a hacer sin él o ella' marcan este tipo de forma de vincularse, construyendo así una relación donde se generan comportamientos que retroalimentan esta idea y que, en la mayaría de los casos son desadaptativos llevando incluso a un deterioro de la relación». Además, precisa que aunque «a este tipo de dependencia se le da más relevancia cuando está presente en relaciones de pareja, la realidad es que puede darse en otro tipo de vínculos como la amistad o familia; y tanto en mujeres como en hombres». Esto se debe porque «es un comportamiento en el que la falta de autocontrol y el miedo a perder al otro por parte de la persona que lo sufre, están patentes en la forma en la que se relaciona».
Almarcha sostiene que «seguramente a lo largo de nuestra vida hayamos tenido diferentes tipos de relaciones en las que significáramos para la otra persona la octava maravilla del mundo y, solo por eso, en muchos momentos nos haya dedicado una atención excesiva; al igual que nosotros mismos en algún momento hemos desplegado nuestras mejores armas para hacer feliz a la otra persona. Ahora bien, existe una línea muy fina a la que hay que estar atenta o atento para no confundir cortejo con dependencia».
¿Cómo detectar la dependencia emocional?
La coach explica que «si queremos construir vínculos sanos, donde ambas partes se sientan libres, es necesario saber interpretar o darse cuenta de ciertos comportamientos que pueden estar indicándonos cierta dependencia emocional por parte de la persona con la que compartimos nuestros días y también en nosotros mismos. Al fin y al cabo, tenemos también nuestra parte de responsabilidad afectiva».
Una de las características que pueden hacer pensar que una persona tiene cierta dependencia emocional es tener una necesidad constante de hablar con la pareja a través de mensajes y llamadas; y, cuando no es posible mantener el contacto, surgen sentimientos de frustración y desconcierto».
«Tu mundo gira alrededor de esa persona única y exclusivamente, es decir, dejas de realizar actividades que antes te gustaban, dejas de quedar con amigos… te vas aislando poco a poco para dedicarte en exclusiva a ella».
Almarcha señala que como «tu vida gira entorno al otro, «tiendes a idealizarla hasta el extremo. Es normal que al empezar una relación se tienda a idealizar a la otra persona, pero al cabo de poco tiempo se empieza a abrir los ojos y a ver esas cosas que os diferencian. En el caso de la persona dependiente esto no ocurre». Otro de los síntomas es «tener una continua necesidad de agradar, es decir, necesitar continuamente de la aprobación de su pareja, sintiendo miedo a sentirse rechazadas. El patente miedo a que se rompa la relación hace que se genere una actitud de sumisión y se aguanten ciertos comportamientos por miedo a la pérdida».
La coach sostiene que «posiblemente detrás de una persona con dependencia emocional exista una serie de factores que la han llevado a repetir este patrón de comportamiento, como puede ser la falta de autoestima, las carencias afectivas en una edad temprana, la sobreprotección devaluadora… Aún así, es necesario recalcar que es posible superar esta dependencia emocional haciendo un gran trabajo personal y con mucha constancia. Reconocerla y hacerla visible, será el primer paso para ponerte en contexto y empezar a ponerte manos a la obra. Es importante que amplíes tu mirada hacía ti misma y hacia la forma en la que te relacionas con los demás para detectar esas conductas, acciones, comportamientos que pueden llevar a ser dependientes».
«Cómo superar la dependencia emocional»
Parar superar la dependencia emocional, Almarcha recomienda centrarse en uno mismo y en mejorar la autoestima, empezando a valorar lo que cada uno es capaz de hacer por sí misma para reforzar su autoconcepto y tu valía». Cuestionar las creencias sobre cómo deben ser las relaciones de pareja es otra de las claves. «Nos han vendido la idea de amor romántico y es momento de empezar a cuestionarlo, sobre todo si nos lleva a mantener comportamientos que generen desequilibrios en la relación». Además, es conveniente que cada uno se responsabilice de sus emociones. «Tus emociones son tuyas, por ello responsabilízate de ellas. Tu mejor papel es el de protagonista de tu vida, así que deja el de víctima apartado y empieza a coger las riendas de tu vida».
También se debe aprovechar el tiempo en soledad para aprender y conocerse a uno mismo. «A fin de cuentas, es contigo con quien pasas más tiempo. Conoce tus necesidades, tus límites y lo que realmente es importante para ti». Por último, afirma que «es necesario liberarse de ciertos fantasmas del pasado para poder construir relaciones honestas y equilibradas donde amar se convierta en un acto de fe y no en un suplicio».
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