Los investigadores encontraron una asociación gradual entre el consumo de más bebidas azucaradas y un mayor riesgo de muerte por enfermedad cardiaca o cualquier causa. Los participantes del estudio en el 25 por ciento más alto de consumo, aquellos que solían beber 24 onzas o más de bebidas azucaradas por día, tenían el doble de riesgo de muerte por enfermedad coronaria en comparación con aquellos en el 25 por ciento más bajo, aquellos que bebían menos de 1 onza.
Además, hubo un mayor riesgo de muerte por todas las causas, incluidas otras enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, el estudio no encontró ningún vínculo entre el consumo de alimentos azucarados y un mayor riesgo de muerte, una distinción que según los científicos podría estar relacionada con la forma en que el cuerpo procesa las bebidas azucaradas y los alimentos.
Varios trabajos han demostrado una asociación entre el azúcar añadido y la obesidad y distintas enfermedades crónicas. Sin embargo, pocos han podido observar la relación entre el aumento del consumo de azúcar y la muerte.
Es importante señalar que este estudio no prueba causa y efecto, sino que identifica una tendencia. «Había dos partes de esta pregunta que queríamos entender», afirma la autora principal del estudio, Jean Welsh, profesora asistente en la Universidad de Emory y directora de investigación de 'Children's Healthcare of Atlanta', en Estados Unidos. «¿Los azúcares añadidos elevan el riesgo de muerte por enfermedad cardiaca u otras causas y, de ser así, existe una diferencia en el riesgo entre las bebidas endulzadas con azúcar y las comidas azucaradas? Creemos que este estudio agrega datos sólidos a lo que ya existe resaltando la importancia de reducir las bebidas azucaradas en nuestra dieta».
Este estudio utilizó datos del estudio Razones para las diferencias geográficas y raciales en accidentes cerebrovasculares (REGARDS, por sus siglas en inglés), un estudio longitudinal en Estados Unidos de 30.183 adultos blancos y negros mayores de 45 años. La población final del estudio fue de 17.930 después de excluir a aquellos con antecedentes de enfermedad cardiaca, así como apoplejía y diabetes tipo 2. Este tipo de estudio está diseñado para encontrar una asociación o tendencia, no para probar causa y efecto.
Inundación de azúcares en el cuerpo
Los investigadores calcularon el consumo de alimentos y bebidas azucarados utilizando un cuestionario de frecuencia de alimentos. Las bebidas endulzadas con azúcar incluyeron las pre-edulcoradas, como los refrescos y las bebidas de frutas. Los alimentos endulzados con azúcar incluían postres, dulces y alimentos endulzados para el desayuno, así como alimentos a los que se había agregado edulcorantes que contenían calorías como azúcares o jarabes.
Los participantes fueron seguidos durante un promedio de aproximadamente seis años y los investigadores utilizaron los registros de defunción para ver la causa de la muerte, centrándose en las muertes por enfermedades del corazón, como ataque cardiaco, insuficiencia cardiaca y muertes por todas las demás causas. Los científicos observaron este efecto cuando estadísticamente igualaron a los participantes con respecto a los ingresos, la raza, la educación, el historial de tabaquismo y la actividad física.
Cuando controlaron los factores de riesgo conocidos de enfermedad cardiaca, como el consumo total de calorías, la presión arterial alta, las anomalías en los lípidos sanguíneos o el peso corporal, el efecto permaneció. Los investigadores no vieron ningún aumento en el riesgo con el consumo de alimentos azucarados.
La cantidad y frecuencia de consumo de bebidas azucaradas, junto con el hecho de que contienen pocos nutrientes, si es que tienen otros, da como resultado una inundación de azúcares que necesitan ser metabolizados, señala Welsh. Cuando las personas consumen azúcares en los alimentos, a menudo hay otros nutrientes como grasas o proteínas que ralentizan el metabolismo y pueden explicar los diferentes efectos observados entre los dos.
El hallazgo del estudio debería alentar a los proveedores de atención médica a preguntar a los pacientes sobre el consumo de bebidas azucaradas durante las visitas para abrir la puerta a una conversación sobre cambios en la dieta que podrían hacerse para reducir el riesgo, según Welsh. «Sabemos que, si los proveedores de atención médica no preguntan a los pacientes sobre las prácticas de estilo de vida relacionadas con la obesidad y las enfermedades crónicas, los pacientes tienden a pensar que no son importantes -afirma Welsh-. Simplemente preguntar a los pacientes sobre su consumo de bebidas azucaradas es valioso».
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