Imagen de recurso de unas cápsulas de vitamina. | HeungSoon en Pixabay

La vitamina C es un nutriente que se encuentra en algunos alimentos y que actúa como antioxidantes, puesto que, según el National Institute of Health, ayuda a proteger a las células contra los radicales libres, que son aquellos que se forman cuando el cuerpo convierto los alimentos en energía. Además, las personas también se exponen a estos radicales a través de la radiación solar ultravioleta o la contaminación y el humo de los cigarrillos.

Esta vitamina, según la misma página, nos ayuda a producir el suficiente colágeno para que cicatricen las heridas. También absorbe el hierro presente en los alimentos de origen vegetal y mejora el funcionamiento del sistema inmunitario para combatir las enfermedades.

Los alimentos en los que la podemos encontrar son las frutas cítricas, como la naranja, y sus zumos, así como los pimientos rojos y verdes o los kiwis. Además, se encuentran en otras frutas y verduras como el brócoli, el melón, las fresas, los tomates o las patatas horneadas. Algunos alimentos tienen vitamina C añadida.

«El contenido de vitamina C de un alimento podría disminuir al cocinarse o almacenarse por tiempo prolongado. Es posible que al cocinar los alimentos al vapor o en hornos de microondas la pérdida de vitamina C sea menor. Afortunadamente, muchas de las mejores fuentes de vitamina C, como las frutas y verduras, se comen crudas», explican desde el National Institute of Health.

Si no se toma la suficiente vitamina C se puede desarrollar escorbuto y empeorar la salud y el bienestar. Según detalla la página especializada mencionada. Esto causa cansancio, inflamación de encías, pequeñas manchas rojas o violetas en la piel, dolor de articulaciones, mala cicatrización, vello encarnado, inflamación o aflojamiento en los dientes. Si el escorbuto no se trata puede llegar a ser mortal.