Aunque a menudo se consideran un problema estético, las varices pueden ser síntomas de afecciones más graves. Los signos incluyen dolor, pesadez, calambres nocturnos, hinchazón y, en casos avanzados, cambios en la piel y úlceras. Estos síntomas indican que las venas afectadas no están manejando adecuadamente el retorno sanguíneo, lo que puede derivar en complicaciones como flebitis, trombosis y úlceras venosas si no se tratan adecuadamente.
La aparición de varices puede deberse a diversos factores. Los cambios hormonales, como los que ocurren durante el embarazo, la menopausia o al usar anticonceptivos orales, pueden influir significativamente. La obesidad y la falta de ejercicio también contribuyen a aumentar la presión venosa. Además, estar de pie o sentado durante largos periodos puede dificultar la circulación y exacerbar el problema.
El tratamiento de las varices ha evolucionado significativamente en los últimos años. Métodos no invasivos como la escleroterapia, el láser y la radiofrecuencia son opciones comunes que ofrecen buenos resultados con mínimas molestias. Estos tratamientos buscan cerrar o eliminar las venas afectadas, redirigiendo la sangre a venas sanas. La radiofrecuencia, en particular, ha ganado popularidad por ser una técnica ambulatoria que utiliza calor para cerrar las venas varicosas, reduciendo el tiempo de recuperación y las complicaciones postoperatorias.
Además del tratamiento médico, la prevención y el autocuidado juegan un papel crucial. Mantener un peso saludable, realizar ejercicio regularmente y evitar estar de pie o sentado durante largos periodos pueden ayudar a reducir el riesgo de desarrollar varices. Usar medias de compresión también puede aliviar los síntomas y prevenir el empeoramiento de las varices.
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