Las personas solemos preocuparnos por la suciedad exterior: los baños de los bares, las barras del transporte público o las suelas de los zapatos. Sin embargo, dentro de nuestros hogares se encuentran infinidad de bacterias... y no todas ellas se hallan en el inodoro.
Los baños y la cocina son las salas de casa que se limpian con más ahínco. Por la cocina pasan muchos alimentos que dejan restos, así como la suciedad del aceite (muy presente en el extractor). En el fregadero están dos de los objetos que más acumulación de bacterias tienen: el estropajo y la bayeta. Los expertos aseguran que ambos están generalmente sucios pese a que parezca lo contrario, y las bacterias presentan colonias gracias a su composición y humedad.
Los trapos, estropajos y bayetas también se utilizan en el cuarto de baño. El lavabo, y especialmente el inodoro, pueden aglutinar cuantiosas bacterias y ocasionar el mismo problema en los utensilios de limpieza que el fregadero de la cocina.
Sin embargo, el objeto que más bacterias y suciedad acumula está mucho más cerca de nosotros, en nuestra propia habitación. Y es que las almohadas son reservorios naturales para estos microorganismos.
El cuerpo contiene diez veces más bacterias que células humanas, que se van desprendiendo por los lugares que visitamos. En la cama pasamos varias horas cada día, y el cojín donde apoyamos la cabeza al dormir es el que más se resiente de este hecho.
Mantener una limpieza pobre de las sábanas y fundas de almohada puede provocar problemas varios, como reacciones dermatológicas o infecciones. Por ello, es recomendable ser estricto en la higiene y lavar ropa de cama y telas al menos una vez por semana.
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