Un nuevo estudio encontró niveles más altos de neurodegeneración en ratas que consumieron aceites de cocina fritos reutilizados y en sus crías en comparación con ratas con una dieta normal, según presentará Sugasini Dhavamani, colaboradora de investigación de la Universidad de Illinois en Chicago (Estados Unidos), en Discover BMB, la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Bioquímica y Biología Molecular, que se llevará a cabo del 23 al 26 de marzo en San Antonio.
«Freír a altas temperaturas se ha relacionado con varios trastornos metabólicos, pero no se han realizado investigaciones a largo plazo sobre la influencia del consumo de aceite frito y sus efectos perjudiciales para la salud», comenta Kathiresan Shanmugam, profesora asociada de la Universidad Central de Tamil Nadu en Thiruvarur (India) y directora del equipo de investigación--. Hasta donde sabemos, somos los primeros en informar que la suplementación a largo plazo con aceite frito aumenta la neurodegeneración en la descendencia de primera generación".
Reutilizar el mismo aceite para freír, una práctica común tanto en hogares como en restaurantes, elimina muchos de los antioxidantes naturales y beneficios para la salud del aceite. El aceite que se reutiliza también puede contener componentes nocivos como acrilamida, grasas trans, peróxidos y compuestos polares.
Para explorar los efectos a largo plazo del aceite para freír reutilizado, los investigadores dividieron ratas hembras en cinco grupos, cada uno de los cuales recibió comida estándar sola o comida estándar con 0,1 ml por día de aceite de sésamo sin calentar, aceite de girasol sin calentar y aceite de sésamo recalentado. o aceite de girasol recalentado durante 30 días. Los aceites recalentados simularon aceite para freír reutilizado.
En comparación con los otros grupos, las ratas que consumieron aceite de sésamo o de girasol recalentado mostraron un mayor estrés oxidativo e inflamación en el hígado. Estas ratas también mostraron daños significativos en el colon que provocaron cambios en las endotoxinas y lipopolisacáridos (toxinas liberadas por ciertas bacterias). Como resultado, el metabolismo de los lípidos hepáticos se alteró significativamente y se redujo el transporte del importante ácido graso omega-3 DHA del cerebro. Esto, a su vez, resultó en neurodegeneración, que se observó en la histología cerebral de las ratas que consumieron el aceite recalentado, así como en la de sus crías.
Estudios adicionales en los que se utilizó glutamato monosódico para inducir neurotoxicidad en la descendencia mostraron que la descendencia que consumió los aceites recalentados tenía más probabilidades de mostrar daño neuronal que el grupo de control que no recibió aceite o los que recibieron aceite sin calentar.
Aunque se necesitan más estudios, los investigadores dicen que la suplementación con ácidos grasos omega-3 y nutracéuticos como la curcumina y el orizanol podría ser útil para reducir la inflamación del hígado y la neurodegeneración. Agregaron que se necesitan estudios clínicos en humanos para evaluar los efectos adversos del consumo de alimentos fritos, especialmente aquellos elaborados con aceite que se usa repetidamente.
Como siguiente paso, a los investigadores les gustaría estudiar los efectos del aceite para freír en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson, así como en la ansiedad, la depresión y la neuroinflamación. También les gustaría explorar más a fondo la relación entre la microbiota intestinal y el cerebro para identificar nuevas formas potenciales de prevenir o tratar la neurodegeneración y la neuroinflamación.
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