Ahora, en cambio, lo que se afirma es que el 98% de las muestras analizadas de las pechugas de Lidl en España provienen de "pollos con anomalías". Lo afirma el diario 'Público', que añade que de las 6.097 bandejas analizadas de 321 establecimientos por nuestro país, la gran mayoría presentaron "estrías blancas". Esa anomalía respondería presuntamente a "una patología que no es dañina para la salud, pero que empeora la calidad de la carne", por lo que su densidad nutricional sería aparentemente más baja.
Desde la plataforma nacional Defensa Animal consideran, sin embargo, que la campaña no se está enfocando bien y que debería servir para hablar de «la explotación que sufren todos los animales en la industria y las consecuencias medioambientales o para la salud que tiene su consumo».
"La industria de explotación animal oculta muchas prácticas, pero donde se debe focalizar es en que los animales son seres sintientes con sus propios intereses que lógicamente no pasan por ser explotados y, en el caso de los pollos, en todas las granjas sufren desde su primer aliento hasta el último. Además, así lo hemos documentado a las puertas de diferentes mataderos, llegando heridos, amontonados, sucios y en muy malas condiciones", señala a este medio Diego Nevado, responsable de comunicación en la lataforma Defensa Animal.
"Por otra parte, todavía muchísima gente no se ha recuperado de las consecuencias meteorológicas que provocan catástrofes como la DANA, siendo la industria de explotación tanto extensiva como intensiva una de las mayores causas de la crisis climática junto a la pesca", zanja Nevado.
Cambio de hábitos
La plataforma Defensa Animal señala que «cualquier receta de toda la vida se puede hacer con productos 100% vegetales» y añade que promueven la «agricultura cercana y ecológica».
La bióloga Valenciana Rosa Más señala que «la industria de explotación animal es injustificable e insostenible». «Como animales, tenemos la capacidad de la empatía, de ponernos en el lugar del otro y de entender su deseo de vivir dignamente y de desarrollarse en plenitud, interaccionando con más individuos, porque es exactamente igual a lo que deseamos cualquiera de nosotras. Como humanas, podemos cambiar nuestros hábitos de consumo para intentar no perjudicar a las demás especies animales», explica.
«La alimentación es uno de los más sencillos, pues solo depende de nuestra voluntad individual optar por llenar nuestros platos de frutas, hortalizas, cereales, hongos y legumbres. Si, además, elegimos alimentos locales, ecológicos y de temporada, estaremos reduciendo notablemente el impacto que causamos sobre la naturaleza y sus habitantes, tanto humanos como no humanos», zanja la experta.
La plataforma Defensa Animal insiste en que «en cualquier explotación animal sufren desde el primer momento hasta el último». "Por cuestiones de rentabilidad, muchos pollos agonizan durante días en la granja y, entre muchas otras cosas, se les hace crecer tan rápido en poco tiempo que muchas veces no mantienen el equilibrio de las patas para mantenerse en pie", concluyen.
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