Mercados, supermercados y demás puntos de venta de alimentación están constatando un aumento del control del gasto a través de la elección de productos de marca blanca, de temporada o simplemente más económicos. Joan Carles Moll, director del Mercat de l'Olivar, explica que la inflación «se está notando con una bajada en las ventas, pero no solo por el encarecimiento de la comida y la bebida, sino de todo en general». «Es cierto que conservamos la clientela porque es un tipo de cliente fiel, pero está intentando mantener su economía comprando productos de gama más baja», señala Moll para añadir que buena parte del género que se está cayendo de la cesta de la compra en esta coyuntura es el procedente de fuera, «que se ha encarecido mucho más que el producto local por el precio del transporte». Asimismo, «a nivel de carnes y de marisco se está llegando a unos precios prohibitivos».
El encarecimiento de la cesta de la compra no se está traduciendo en mayores dividendos para las empresas de distribución alimentaria, según afirman fuentes del sector integradas en la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS). El incremento de precio en origen, alegan, supera en el caso de algunos productos las subidas repercutidas en el precio de venta al público, con lo que se está haciendo «un importante esfuerzo» por contener los incrementos en los costes de producción y no trasladarlos «en su totalidad» a la cesta de la compra.
Así, los datos de junio que se manejan, basados en información del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, sitúan la subida media de los precios anuales en origen en más del 30 %, con productos concretos como el plátano o la cebolla sensiblemente encarecidos (hasta más del doble). Todos los productos, asimismo, alcanzan al menos el 13 % de subida del IPC, la media estatal de subida del precio de venta al público. Por su parte, los productores se ven relativamente compensados por los elevados costes de producción que acarrean el encarecimiento de la energía y la materia prima. Joan Simonet, gerente de Asaja en Balears, afirma que «establecemos subidas pero no al ritmo de los costes de producción por el encarecimiento del gasoil, los cereales... Es una trampa porque nosotros arrancamos de unos precios muy bajos y si no hubiéramos repercutido ese mínimo habríamos tenido que cerrar las explotaciones porque el coste sería insostenible».
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