En su primer discurso ante un foro que reúne a la élite política y económica mundial, el jefe de Estado no ha evitado hablar de la «reciente crisis» en Cataluña, a la que se ha referido como «un intento de minar las reglas básicas» del sistema democrático español.
Además, ha aprovechado para dejar claro que Cataluña es «verdaderamente una parte fundamental del alma de España» y de su «identidad diversa».
El Rey ha defendido que esta crisis deja una lección importante no solo para España, sino para todas las democracias, y es «la necesidad de preservar el imperio de la ley como una piedra angular precisamente de la democracia y de respetar el pluralismo político y el principio básico de la soberanía nacional que, de hecho, pertenece a todos los ciudadanos».
Así, ha destacado que los desacuerdos y disputas políticas «deben resolverse de acuerdo con las reglas democráticas» y con los valores establecidos en la Constitución y en las normas democráticas.
«PREVALECE LA SEGURIDAD JURÍDICA»
España, ha destacado Felipe VI, es un país que cumple la ley, donde «prevalece la seguridad jurídica y por lo tanto la Constitución y las leyes son efectivamente aplicadas».
El jefe de Estado ha recordado que este año se celebra el 40 aniversario de la Constitución española, lo que ha considerado una «oportunidad perfecta» para reivindicar la «importancia duradera del espíritu de entendimiento y solidaridad» que permitió a España «embarcarse en un camino de paz, libertad y prosperidad» como nunca antes en su historia.
LA TRANSICIÓN, UNA «HISTORIA DE ÉXITO»
La Transición española, ha puntualizado, fue «una historia de éxito ejemplo en todo el mundo», que reunió a los españoles en una causa común: la construcción de una «nueva España que se convertiría en una casa común para todos los españoles» y acogería la diversidad dando, al mismo tiempo, «un autogobierno extenso, profundo y significativo», en un nivel que, ha dicho, no es «fácil de encontrar en otros países».
En ese sentido, ha defendido que España es «una democracia madura, sólida y fuerte», una de las 19 que la Unidad de Inteligencia de 'The Economist' considera «democracias plenas».
Felipe VI ha empezado su discurso, pronunciado íntegramente en inglés, dejando claro que su intención era despejar posibles dudas sobre el hecho de que España es «un gran país». Es la primera vez que el jefe de Estado acude a este foro en Suiza --Juan Carlos I nunca lo hizo-- y tiene previsto aprovechar mantener reuniones bilaterales, con el presidente francés, Emmanuel Macron, y con el Rey Abdalá de Jordania.
En el plano económico, ha hecho hincapié en la recuperación tras una crisis que tuvo «consecuencias dolorosas» para los españoles. «España tiene ahora una economía muy competitiva y representa una oportunidad de inversión sobresaliente», ha recalcado. Según ha dicho, «pese a ser un motivo de preocupación en la UE hace muy pocos años, hoy España lidera el crecimiento y está haciendo una contribución positiva a la consolidación y el fortalecimiento de la UE».
El jefe de Estado ha enumerado una serie de cifras y datos para dejar claro que los españoles «hace tiempo que han abandonado los viejos clichés», «los estereotipos obsoletos» y las «oscuras leyendas», sino que están decididos a «ocupar el lugar que legítimamente les corresponde en el siglo XXI».
El turismo, el patrimonio cultural, el español, la seguridad, el sistema sanitario, el ser un pueblo «amante de la paz» y los millones de inmigrantes acogidos sin que en España hayan crecido «movimientos xenófobos o racistas» son algunos de los activos que ha mencionado.
España, ha proseguido, es «un socio leal y estable en las relaciones internacionales», por sus «valores democráticos» y porque su economía le da capacidad y ambición para apostar por un «futuro mejor». El Rey ha reconocido que los españoles sufrieron desempleo y pérdida de nivel de vida por la crisis y ha añadido que con «esfuerzo compartido» y reformas la economía ahora crece de forma estable.
Eso sí, aunque ha puesto en valor el atractivo inversor de España y la existencia de empresas punteras en numerosos sectores, ha reconocido que la mejor económica debe permitir no solo combatir el desempleo sino «reducir las diferencias económicas y la desigualdad social, favoreciendo la indispensable cohesión social con un crecimiento económico más inclusivo».
LA DIVISIÓN NO TRAE BIENESTAR
El Rey también ha subrayado que los españoles son conscientes de que crecimiento y bienestar no se consiguen «con soledad, con aislamiento o con división», sino con concertación y objetivos comunes, y en ese punto ha hecho hincapié en la vocación europea de España.
Es más, ha remarcado que la UE es la expresión más completa del proyecto nacional español, puesto que el proyecto europeo ha ayudado a apuntalar» la democracia española, desarrollar la economía y compartir los valores y la cultura.
Mirando al futuro, ha señalado que hay importantes retos para los cuales la cooperación europea es la única solución, tal como se ha visto con la crisis del euro, las de los refugiados y migrantes, los atentados terroristas y los nuevos desafíos de seguridad, «sin olvidar el reto que plantean la tecnología y la revolución digital».
«REFUNDACIÓN DE LA UE»
Por eso, ha explicado que España defiende una «refundación de la UE», es decir, una transformación de largo alcance pero aplicada paso a paso, de manera pragmática, en asuntos como la Unión Económica y Monetaria y la defensa, con el fin último de una «unión política más estrecha». En este propósito, ha dicho, «no ir hacia adelante es ir hacia atrás».
El Rey ha finalizado su discurso animando al auditorio a «seguir visitando e invirtiendo» en la «historia de éxito» que es España. «No lo lamentaréis y haremos que merezca la pena», ha añadido, agradeciendo esa afluencia de turistas y de inversores porque es la prueba de la confianza que tienen en España.
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